Este proceso para la renovación de la presidencia en el Itei sería, de no tratarse de un asunto de extrema gravedad para el Estado, una más de las comedias de equivocaciones que han distinguido al que solía llamarse “Honorable” Poder Legislativo de la Entidad. Desde que se perfiló la fase de elección, conforme lo marca la Ley de Transparencia de Jalisco, salieron a relucir los serios diferendos que a lo largo de la gestión de Augusto Valencia se produjeron con varios de los sujetos obligados para brindar información pública, destacadamente con algunos coordinadores de los diputados.
Pero, en vez de hacer a un lado las fricciones, pareció que desde ambos lados se buscó a toda costa hacer más difícil el procedimiento de sucesión. Los legisladores hicieron una convocatoria con serias deficiencias y presentaron una especie de juicio sobre la actuación de Valencia, a quien no calificaron con parámetros técnicos, sino más bien viscerales; de ahí se desprendió la sentencia de que el presidente del Itei debía irse, sin el mínimo margen de ratificación en su encargo para el que fue electo por un periodo de cuatro años.
El colmo, en fin, llegó el lunes pasado cuando se reanudó una sesión del Congreso suspendida desde el 30 de abril para resolver, al cuarto para las 12, la elección del consejero presidente del instituto. Gutiérrez Reynaga, el menos culpable de todo esto, llega así a encabezar un Itei que estará bajo cuestionamiento, gracias a los diputados que hacen de todo, menos legislar bien.
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