Todo sigue igual

El lugar era paradisiaco: las aguas cristalinas corrían caudalosamente por el lecho del río, y al llegar a los límites de los municipios de El Salto y Juanacatlán formaban una gran cascada, atractivo natural para propios y extraños y punto obligado de visita para paseantes; llegó a servir, incluso, de escenografía para la filmación de películas. Todo ello desapareció en tan sólo tres décadas, a causa de la contaminación del Río Santiago.

Para nadie es desconocido que los índices de polución en las aguas del Santiago lo convierten en la cuenca más contaminada del país y, sin embargo, nada, o muy poco, es lo que se hace para combatir ese problema, no obstante el riesgo en que se encuentra la salud de quienes habitan en las márgenes del río. Hace casi un año, a raíz de la muerte de un pequeño que cayó a las contaminadas aguas, se hizo una serie de anuncios y promesas que, hasta ahora, no se han concretado, mientras los fétidos olores, el color del agua y la excesiva espuma siguen ahí, como evidencia de la contaminación en la Cuenca del Ahogado.

Luego del deceso del pequeño Miguel Ángel, una comitiva de senadores, diputados, autoridades estatales y federales, así como miembros de grupos ecologistas y de la sociedad civil hicieron un recorrido por las márgenes del río; se habló entonces de entablar juicios de responsabilidades en contra de funcionarios que por negligencia permitieron ese grado de contaminación; ahí escucharon quejas de la población, hubo acusaciones contra autoridades estatales y federales; se acordó la creación de órganos de control y vigilancia y, sobre todo, de concretar proyectos de saneamiento.

De entonces a la fecha ha transcurrido casi un año, y nada ha cambiado. El Río Santiago sigue igual de contaminado. Y de las acciones que entonces se anunciaron, prácticamente no se ha hecho nada, y no es por falta de recursos, que ya existen y están etiquetados para la construcción de las plantas de tratamiento. Quizá lo que esperan las autoridades es que ahí se registre un milagro... o que haya más muertes para, entonces sí, actuar.
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