Atrás quedó el furor de las compras navideñas, los regalos, los abrazos, las felicitaciones. Muchos son los que se encuentran disfrutando sus últimos días de vacaciones, mientras los más toman providencias para esperar el nuevo año de diferentes maneras. Vale la pena hacer un alto en el camino y dedicar un momento a la reflexión de fin de año, con un sentido claro de revisar el debe y el haber de nuestra conciencia y plantearnos nuevas metas, que sean claras y realizables, sabedores de que para ello será necesario no flaquear en el empeño y poner toda la voluntad, que prevalezca una adecuada relación entre nuestros objetivos y sus posibilidades.
Estos días que le quedan a 2008 son propicios para la reflexión, que debemos hacer todos: gobernantes y gobernados, patrones y trabajadores, padres e hijos, maestros y alumnos, iglesias y feligreses... Cada quien en su ámbito de responsabilidad debe pensar qué hizo durante el año para mejorar, qué dejó de hacer y cuáles son los pendientes a realizar para que 2009 sea mejor en todos sentidos.
Qué queremos, hacia dónde vamos y qué debemos hacer para lograr nuestros objetivos, son cuestionamientos que se deben responder, tanto en lo individual como en lo social, pues de nuestras acciones personales vendrá la suma para formar la colectividad, y si cada quien pone la parte que le corresponde, el resultado será la realización de un mejor proyecto de nación. Unos minutos de reflexión bien valen la pena.
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