FLAVIO ROMERO DE VELASCO
Una reelección, o sucesivas reelecciones, representa figurativamente una escala ascendente de desaciertos. La experiencia mexicana al respecto es histórica: el general Díaz fue ascendiendo la escala de los errores hasta quebrar lo que parecía un régimen secular. No fue la sordera que padeció, ni la edad; tampoco la senectud de sus amigos y subalternos, sino el endurecimiento del sistema en el cual los errores, desaciertos e intereses creados se convirtieron en el sistema mismo. Su imagen adquirió la conformación de un rostro severo tallado con hacha: imperturbable, hosco, soberbio.
Muchas naciones han padecido guerras limitadas que son regateo entre los centros de poder que se disputan la geografía apetecible: Corea, Vietnam, Israel, Líbano, Afganistán, Nicaragua, Irán, Irak, han sido desde hace año noticia cotidiana que cuenta los horrores del hombre en la acción nutrida por el odio, la codicia y el rencor. El tiempo no ha destruido las raíces oscuras: los hombres se matan hoy como ayer con la misma desordenada pasión que impulsó a Caín a dar muerte a su hermano.
Omar Khayyam, poeta persa, escribió tratados de álgebra, metafísica y astronomía. Fue autor de poemas clandestinos que se contagiaban de boca en boca, en toda Persia y más allá. Esos poemas cantaban al vino, pecaminoso elíxir que el poder islámico condenaba. Decía que para el hombre, efímero mortal, la única eternidad es el instante, y beber el instante es mejor que llorarlo. Prefería la taberna a la mezquita. No temía al poder terrenal ni a las amenazas celestiales, y sentía piedad de Dios que jamás podría emborracharse. La palabra suprema no estaba escrita en el Corán, sino en el borde de la copa de vino; y no se leía con los ojos, sino con la boca.
FLAVIO ROMERO DE VELASCO / Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras.
Correo electrónico: r_develasco22@hotmail.com
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