Secuestro al Congreso

Un hecho inaudito en la historia reciente de México, se desarrolló el pasado jueves 10 de abril. A una señal lanzada por el senador zacatecano del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Ricardo Monreal (el mismo que abandonó su militancia priista cuando no salió elegido internamente para contender por la gubernatura del Estado, el mismo que fue expulsado temporalmente de las filas del sol azteca por el descaro de su participación interna para favorecer a sus allegados), auténticas hordas de senadores del propio PRD, Partido del Trabajo (PT) y Convergencia tomaron agresivamente la tribuna de la Cámara de Senadores, casi al mismo tiempo que legisladores de ese frente lopezobradorista lo hacían en la Cámara de Diputados, para desplegar una enorme manta, previamente elaborada, en la que reivindicaban “su derecho” a clausurar los recintos legislativos y con ello inhibir cualquier función propia del Poder Legislativo de la Federación: es decir, secuestraron el Congreso de la Unión.

Resulta paradójico el hecho de que quienes exigían diálogo sobre la reforma al régimen jurídico y financiero de Petróleos Mexicanos (Pemex), como condición para evitar su “resistencia civil”, realizaran sin embargo, la toma del Senado y la Cámara de Diputados, para inhibir cualquier diálogo civilizado y democrático

Justo cuando los coordinadores parlamentarios del Senado, incluido Carlos Navarrete, del PRD, estaban reunidos para concretar el calendario de un debate nacional de 12 puntos, y que podría llevar seis o siete semanas, en el que sobre bases objetivas y científicas se discutiría el contenido de la propuesta presidencial, algunos legisladores del PRD, PT y Convergencia que siguen a pie juntillas cualquier insinuación que provenga de la boca del iluminado tabasqueño, saltaron a la tribuna de cada Cámara y las declararon clausuradas.

Pablo Hiriart, en su muy leída columna periodística, consideraba este hecho bajo una óptica por demás preocupante: “Ya lo hemos dicho: no les interesa el petróleo ni Pemex, lo que quieren es crear condiciones de inestabilidad y de convulsión social”.Así quieren propiciar la caída del Gobierno.Dolores Padierna, integrante del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) perredista y muy cercana a López Obrador, dijo hace dos semanas en un programa de televisión, que el PRD debía trabajar para “derrocar a la derecha”.Fernando Belaunzarán trató de corregirla: “Querrás decir, derrotar a la derecha”.Padierna se mantuvo: “No, ya la derrotamos”.Efectivamente, tal pereciera que las auténticas últimas intenciones de López Obrador, Padierna y su esposo Bejarano, Fernández Noroña, Imaz y su esposa Sheinbaum, etc., no se reducen a fijar una postura firme en torno al tema de la necesaria y ahora fallida reforma energética y la reducida reforma a los regímenes jurídico y financiero de Pemex.

Si eso fuera, la iniciativa presentada por el Gobierno de Felipe Calderón debería haber sido el punto de enfoque del diálogo democrático para la consecución del objetivo de que no se conculque la soberanía nacional a través de la privatización de Pemex.

La propuesta presidencial permitía ese diálogo que ahora se conculca por la cerrazón de la reiterada conducta de López Obrador: hay que secuestrar todas las instituciones, al diablo con ellas.
JUAN DE LA BORBOLLA R. / Catedrático universitario.Correo electrónico: jborboll@up.mx
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