Expertos en la materia, quienes incluso se han desempeñado en diversos cargos burocráticos, sostienen que gravar más a la sociedad es sólo una salida fácil, cuando es evidente —hay datos precisos al respecto— que las nóminas han crecido exponencialmente tanto en número como en nivel salarial en los últimos años.
Y es claro también el pésimo manejo financiero, por ejemplo, de ayuntamientos que ahora están en quiebra y no supieron o no quisieron (la corrupción es un factor que incide) aplicar con inteligencia los excedentes petroleros.
La situación de crisis económica severa que enfrentamos en México reclama medidas integrales y creativas que no impliquen cargar todavía más el peso del sostenimiento del Estado a los contribuyentes.
A la reducción en los gastos por concepto de viáticos, teléfonos celulares, papelería, vehículos, combustible, alimentos y de representación, se deben sumar, necesariamente, el recorte de personal que ya de por sí traería ahorros en materia de sueldos y prestaciones y, por supuesto, una baja considerable en los niveles salariales de una burocracia ineficiente y que, en consecuencia y por si fuera poco, genera costos adicionales a la sociedad en general.
La defensa de los derechos laborales es importante, fundamental en un Estado democrático como pretende ser el mexicano; sin embargo, las dirigencias sindicales han incurrido en abusos y excesos que lejos de propiciar el avance del país lo mantienen anclado.
Para salir de la crisis económica, de la escasez de recursos públicos y disponer de ingresos para destinarlos a combatir las profundas desigualdades que nos aquejan como nación, se requieren decisiones contundentes, valientes, radicales incluso, que omitan el cálculo electoral. También deben ser permanentes, es decir, más allá de un contexto de crisis… Las salidas fáciles, más temprano que tarde, se bloquean.
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