En palabras de Calderón, el país está fracturado por miras cortas: “Mi impresión es que lo que impera, al final del día, es el cálculo político, el dogma partidario, la imagen que va a salir de lo que yo diga o haga en el periódico, las posiciones irreductibles, la defensa de intereses parciales; lo cual se vale, pero sin ponderar que por encima debe estar el interés superior de la Nación”, dijo al conmemorar, el domingo pasado, sus tres años como jefe del Ejecutivo federal.
En una frase, el Mandatario reconoció lo que muchos intelectuales, politólogos, analistas financieros y periodistas manifiestan reiteradamente: muchas de las decisiones de afectación social se resuelven en función de intereses particulares.
En esta interpretación, Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), aportó aspectos que permiten una mejor comprensión, al reconocer que en los primeros tres años del sexenio de Felipe Calderón se han tenido avances, “pero insuficientes para darle al país un rumbo firme en el mediano y largo plazos”. La responsabilidad no sólo es del Gobierno, sino de todos los que influyen en la vida pública.
El Presidente Calderón ha reiterado la necesidad de definir el objetivo fundamental. “Es momento para precisar con claridad el rumbo que habremos de seguir en la segunda mitad de este sexenio”, dijo el miércoles pasado. “Estoy convencido de que a pesar de la crisis, y yo diría incluso por la crisis económica misma, es hora de enderezar el rumbo social del país y ofrecer y comprometernos a soluciones de fondo, radicales, para combatir la pobreza y la desigualdad”.
Se llega a la mitad de un sexenio presidencial. El reto es tener no sólo rumbo, sino voluntad colectiva de alcanzarlo.
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