Este año habrá elecciones en 13 estados y el Distrito Federal, en que habrán de renovarse seis gubernaturas, 605 alcaldías, 16 delegaciones políticas y hasta 468 diputados de mayoría relativa y de representación proporcional. Y el 5 de julio será la jornada más intensa, con comicios en San Luis Potosí, Sonora, Nuevo León, Colima, Jalisco, Estado de México, Campeche, Guanajuato, Morelos, Querétaro y el Distrito Federal. Toda esta actividad conlleva un trabajo previo: los procesos internos de los partidos, primero, y luego las campañas abiertas ante la ciudadanía de cara a buscar el voto que otorgue los puestos a que cada candidato aspira.
En Jalisco hemos sido testigos de la etapa partidista interna, y se ha visto cómo desde las llamadas precampañas y las campañas mismas por lograr la candidatura han sido todo lo contrario de lo que pregonan los institutos políticos; todos ellos, sin distingo de colores, hablan de la búsqueda de unidad, de contiendas limpias, sin ofensas ni descalificaciones... y en la práctica han hecho todo lo contrario. Y si eso sucede entre compañeros de partido, ya se podrá imaginar lo que le espera al electorado durante las campañas, cuando la lucha entre partidos cobra mayor fuerza.
Lo que ha pasado en las contiendas internas ha dejado un mal sabor entre los ciudadanos; la actitud asumida por los aspirantes a una candidatura desalientan al potencial elector. En lo que viene, habrá que esperar que haya congruencia, que se deje de lado la “guerra sucia” y se hagan campañas a base de propuestas concretas, que motiven al ciudadano a acudir a las urnas, y no que lo alejen de ellas.
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