Responsabilidad, ante todo

Contaminación, suspensión de actividades escolares, más de 20 horas de trabajos ininterrumpidos para combatir el siniestro y lo más grave: mil hectáreas de arbustos y pastizales afectadas, es el saldo que arrojó el incendio registrado entre jueves y viernes en el Bosque La Primavera, que hizo recordar el de abril de 2005, el peor de que se tenga memoria, cuando fueron arrasadas más de ocho mil hectáreas. El del fin de semana pudo ser controlado y sofocado antes de que la fuerza devastadora del fuego se propagara bosque adentro, sin embargo los daños también fueron de consideración.
Una vez pasados los hechos, este incendio debe ser motivo para hacer un análisis de las medidas que se han tomado para prevenir este tipo de conflagraciones, si han sido efectivas o no, si han sido atendidas en su totalidad o ignoradas por quienes generalmente resultan ser responsables; el siniestro también debe servir para reforzar las acciones de vigilancia en las zonas boscosas, pero principalmente para crear conciencia entre los ciudadanos de la necesidad de cuidar esas áreas naturales.
Hay que recordar que el bosque juega un papel importante en el ecosistema, al funcionar como hábitat de flora y fauna, ser modulador de flujos hidrológicos y conservador del suelo, constituyéndose en uno de los aspectos primordiales de la biosfera de la Tierra. En el caso de La Primavera, por su cercanía y ubicación geográfica respecto a nuestra ciudad, es el pulmón natural de la Zona Metropolitana de Guadalajara, proporcionando el oxígeno que ayuda a purificar el aire que respiran sus habitantes, un aire cada vez más contaminado por diversas causas, principalmente por el crecimiento desmesurado del parque vehicular.
Son muchas las razones por las que se deben cuidar las zonas boscosas, y sin embargo hace falta una cultura sobre el particular, a juzgar por los recurrentes incendios que suceden en La Primavera, además de los daños que se le ocasionen por otro tipo de fenómenos: cambio de uso de suelo, sea para la agricultura o para construcción de vivienda; áreas que se utilizan como tiraderos de basura; sitios de recreo que los mismos paseantes se encargan de exponerlos a situaciones de riesgo, son algunas de las causas que afectan al bosque.
En esta ocasión fueron mil hectáreas las afectadas, hubo largas horas en que la atmósfera se mantuvo enrarecida por la densa capa de humo; zonas residenciales estuvieron en riesgo, poblaciones como Tala y Ameca también resintieron los daños... Todo esto y más pudo evitarse, si con responsabilidad y conciencia ecológica se llevan a cabo las acciones sencillas y accesibles que están previstas para cuidar los bosques. Agricultores, campesinos, paseantes, deportistas... la sociedad en general debe coadyuvar con las autoridades en la conservación y cuidado de los recursos naturales. Hay que actuar de manera responsable.
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