Ese respeto y admiración se lo han ganado los militares a pulso, por el papel que desarrollan no sólo como responsables de resguardar la seguridad nacional, sino como partícipes en labores de auxilio a la población cuando se presentan desastres naturales como terremotos e inundaciones, acciones que resultan determinantes para brindar ayuda, llevar alimentos y medicinas, rescatar a personas... salvar vidas, aún a costa de exponer la propia.
A todo lo anterior se suma ahora la labor que vienen desarrollando los militares en el combate al crimen organizado, atendiendo las órdenes presidenciales, instancia a la que se debió llegar ante la grave amenaza que para el país representan los altos índices de inseguridad, en unas entidades más que en otras, y al no disponer de elementos policiacos debidamente capacitados para tal fin. En esta labor son muchas las voces que están en contra de que se utilice a las Fuerzas Armadas en funciones policiacas, pero son más, muchas más las que lo aprueban, e incluso las que piden que se les mantenga en esa tarea, que poco a poco está dando resultando positivos.
Las Fuerzas Armadas en México gozan de magnífica reputación entre la ciudadanía, se la han ganado a pulso, y si ahora enfrentan tiempos difíciles en la lucha contra el crimen organizado, saben que cuentan con el apoyo generalizado del pueblo mexicano, que confía en sus soldados para tener seguridad y protección y la garantía de preservar la paz en el país.
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