Petróleos Mexicanos nos malacostumbró, pues un tercio de todo el gasto federal se ha cubierto con la renta petrolera. En lugar de que esos recursos sirvieran para ahorrar o invertir en infraestructura, se destinan a costear parcialmente un aparato gubernamental acostumbrado a privilegios, mientras México se convirtió en la nación latinoamericana que paga menos impuestos comparados con la productividad que tiene.
No es el único desequilibrio. Por razones históricas, fiscalmente el federalismo mexicano es un mito, porque sin las participaciones federales las entidades federativas y los municipios no podrían garantizar sus presupuestos.
Políticamente, la dependencia económica sirvió a intereses centrales de control, pero nos incapacitó para que Jalisco dependiera de sus propios recursos públicos.
Si de pronto Jalisco tuviera que depender sólo de su población para asegurar su gasto, no tendría capacidad de hacerlo.
Esta semana trascendió que el Gobierno estatal está considerando que la tenencia que los jaliscienses pagan por los vehículos con menos de 10 años de antigüedad se convierta permanentemente en un impuesto estatal, ante el compromiso federal de desaparecer este cobro en 2012, creado “provisionalmente” en 1968 para financiar los Juegos Olímpicos de ese año.
Cierto o falso, parece más una ocurrencia que una medida convincente. La tenencia, aunque es un gravamen federal, ya lo cobran las entidades federativas y los recursos se quedan en los estados.
Lo que Jalisco necesita es un proyecto de desarrollo a largo plazo de aceptación general, que justifique la creación y el fortalecimiento de impuestos propios, y eso no lo tenemos.
También se agradecería que los nuevos gravámenes se obtuvieran entre quienes no contribuyen suficientemente por lo que ganan, o entre quienes abusan del interés público.
Por último, antes de anunciar nuevas cargas fiscales, ayudaría a que hubiera un recorte general a los privilegios económicos gubernamentales.
Síguenos en