A través de la historia, el Lago de Chapala ha vivido épocas de bonanza, pero también las ha tenido difíciles; ha estado en no pocas ocasiones en riesgo de morir, al bajar su nivel de almacenamiento de agua, tanto por malos temporales como por la explotación excesiva e incontrolada de sus recursos, además de los altos índices de contaminación ocasionada por la falta de una adecuada regulación en cuanto a los desechos urbanos e industriales vertidos en su lecho.
Para salvar y conservar el lago, principal proveedor de agua para la Zona Metropolitana de Guadalajara, siempre ha habido promesas, discursos, proyectos y programas, pero muy poco es lo que se ha hecho en realidad en su beneficio. La laguna vive gracias a la acción de la Naturaleza, que en los momentos difíciles se ha portado pródiga, y una muestra de ello se tiene en la actualidad: Chapala luce como en sus mejores tiempos, gracias a dos años de abundantes lluvias.
Pero hoy, al Lago de Chapala le ha llegado su momento, y con la declaratoria Ramsar, que lo convierte en una zona natural protegida, con carácter internacional, además de la obligación gubernamental de conservarlo, contará con un plan integral de manejo de sus recursos, por tal motivo se restringirán las actividades que pudieran poner en riesgo su preservación.
De esta forma, las autoridades dispondrán de recursos económicos para la conservación del lago y emprender acciones para remediar lo que sea necesario. Los gobiernos federal y estatal tienen la mesa puesta para hacer efectivas las promesas hasta ahora pendientes. El tiempo juzgará si supieron aprovecharla.
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