“No”, contradijo uno de los invitados, “nosotros construimos primero las carreteras y después nuestro sistema comercial se hizo fuerte”.
Verdadera o no, la historia encierra una lección aparentemente simple que, sin embargo, se hace compleja mientras más se profundiza en ella. Lo que todo observador puede notar es que las carreteras, es decir las vías terrestres de comunicación, son fundamentales para el desarrollo económico de cualquier región.
El traslado de personas y mercancías de toda índole, si se puede efectuar con eficiencia y seguridad, trae también la prosperidad económica, entre otros muchos beneficios.
Si el ejemplo de Estados Unidos no basta, existe otro más antiguo: el del Imperio Romano. Hasta donde se expandieron los dominios de los césares, junto con las fuerzas militares iban también los constructores de calzadas. El viejo refrán “todos los caminos llevan a Roma”, evidencia que el imperio se consolidó no por la fuerza de las armas, sino gracias a la eficiente red de comunicación que permitió el intercambio comercial, cultural y social.
Justamente por ese conocimiento es que las comunidades de cualquier punto geográfico y en cualquier etapa histórica, han valorado sus rutas de comunicación.
En Jalisco, sin embargo, el máximo responsable del desarrollo urbano anuncia que sin remedio, el 22% de la red carretera estatal se deteriorará este año. La razón que expone es simple: no hay dinero.
Al mantenimiento de nuestras carreteras se destinarán sólo 50 millones de pesos, cuando lo necesario son 500 millones de pesos.
Mueve a la indignación conocer cómo se llega a tales decisiones, cuando muchos recursos económicos se pierden en gastos socialmente rechazados, como las asignaciones a partidos políticos y los sueldos a un sector de nuestra costosa burocracia por citar sólo dos ejemplos.
Hay un error en la determinación de prioridades, y debe corregirse. Estamos a tiempo.
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