Precampañas

Se han cumplido los plazos para que se desaten en su máxima expresión las precampañas de los que aspiran a ganar cargos de elección en los comicios del próximo 5 de julio; candidatos a diputaciones federales harán proselitismo en los 300 distritos en que está dividido el país, y en el caso de Jalisco, como en el de otras entidades federativas, se sumarán quienes buscan alcaldías y diputaciones locales.

Estamos, pues, en las vísperas de que se precipite una avalancha de mensajes que saturarán los espacios visuales y auditivos con los que cualquier ciudadano común hace contacto en su vida cotidiana. Todos dirán “Vota por mí”, o de manera más simple “Fulano para el distrito X”, o “Perengano presidente municipal”; pocos explicarán para qué quieren el voto ciudadano, y si acaso unos cuantos tendrán el talento de mostrar los argumentos para convencer de que son capaces de gobernar.

La historia de cada tres años se repite. En muchos casos estaremos frente a los mismos rostros que, sin concluir la encomienda para la que fueron electos en los comicios anteriores, ya están pidiendo el voto para un nuevo cargo. Muy probablemente muchos de ellos ni siquiera hicieron lo suficiente en las diputaciones o alcaldías que ostentaron, pero se sienten con los méritos necesarios para dar el brinco, desde luego, respaldados por sus partidos, que en esta temporada se convierten en fabricantes de empleos, por cierto muy bien remunerados.

Ha llegado el momento de que los ciudadanos presten atención a lo que verán y escucharán, no por gusto, sino por saturación de mensajes que se pagan con cargo a sus impuestos. La maquinaria electoral ya está en marcha, miles de millones de pesos rodarán de un lado a otro para promover candidaturas, y es fundamental la sanción pública a lo que se dice y se hace.

Si los aspirantes no han demostrado capacidad como servidores públicos, si no han estado a la altura de la responsabilidad que se les ha entregado en ocasiones anteriores, el poder del voto es el que puede hacerlo constar; que los políticos sepan que la inversión que los ciudadanos mexicanos han hecho para contar con un sistema democrático aceptable, no debe traducirse en despilfarro para avalar a cualquiera que busca una chamba bien pagada.
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