merecen un trato digno
pero no hay quien los proteja,
falta un sindicato equino.
Trabajan largas jornadas,
no los dejan ir ni al baño
y a la hora de comer
sólo un plato muy “tacaño”.
Pero ya hay quien vea por ellos,
y hasta pueden obligar
a que sus dueños les compren
tenis para caminar.
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