A reserva de lo que vaya a ocurrir en el Congreso de la Unión con la propuesta de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos para 2010, el mensaje es bueno y atiende una sensación generalizada entre la población, que sufre desempleo y baja en el poder adquisitivo de sus hogares, mientras observa cómo los políticos, de todos los partidos, se distribuyen alegremente enormes cantidades de dinero, o cómo los funcionarios gubernamentales y hasta de organismos públicos ciudadanizados solicitan generosos aumentos a sus presupuestos.
Tristemente abundan los mal llamados servidores públicos, acostumbrados a comer en los mejores restaurantes, a viajar a costa del erario y a recibir jugosos sueldos y prestaciones. Si al menos con su trabajo consiguieran resultados palpables para la sociedad..., pero de eso no hay mucho en los tres niveles de Gobierno.
Falta ver si los legisladores aceptan el argumento del Gobierno federal: antes de pedir sacrificios a los mexicanos, deben poner el ejemplo y reducir sus gastos con cargo al país. El Congreso de la Unión, como los legisladores estatales y ediles, están llamados a mostrar congruencia antes de aprobar cualquier nuevo gravamen.
En los siguientes dos meses los legisladores federales discutirán la propuesta de ingresos y egresos. Seguramente harán cambios en muchos aspectos. Lo que no pueden desatender es el carácter ejemplar que le ha puesto el Gobierno federal. Antes de discutir en qué gastar, que acuerden disminuir los gastos, incluídos los grandes recursos que cada senador y diputado obtienen, pues entre su dieta, sus prestaciones y apoyos legislativos obtienen alrededor de cinco mil pesos por día de trabajo. Muchos no ganan esa cantidad en un mes.
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