Ayer, en una ceremonia especial en donde participaron el titular del Ejecutivo, el presidente del Congreso del Estado así como empresarios y representantes de la sociedad civil integrantes de las mesas para la Gran Alianza, se dio a conocer el plan para impulsar la construcción de obras públicas que inyecten dinamismo a la economía jalisciense en un contexto de crisis mundial.
Durante la presentación de los proyectos de infraestructura estatal 2009, el gobernador del Estado públicamente hizo dos compromisos: otorgar las obras a constructores de Jalisco y, en el caso de grandes proyectos, contratar a varias empresas locales.
Éste ha sido un reclamo constante de los industriales jaliscienses del ramo de la construcción, cuyo representante se comprometió también a responder al llamado con calidad y oportunidad en la entrega de los trabajos, dos aspectos que por lo menos desde la administración estatal anterior siguen dando problemas.
La obra pública bien planeada, la que responde a necesidades urgentes y concretas de la sociedad; la obra pública de calidad y entregada a tiempo; la que resuelve problemas graves como la vialidad en la ciudad y genera empleos; la que se puede auditar sin resistencia alguna, sobre la que se pueden rendir cuentas porque se asignó de manera transparente y legal, es la que requiere Jalisco después de años de cuestionamiento e inconformidad y de obras mal hechas y muy costosas.
La noticia es muy buena: más de tres mil millones de pesos para obras en Guadalajara y el resto de la Entidad a partir de enero de 2009, pero será mejor si la infraestructura planeada es útil, si trasciende, abate costos y genera derrama económica en y para Jalisco.
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