En el ánimo de muchos ciudadanos, no de ahora sino desde hace tiempo, se percibe una inconformidad persistente por lo que se considera un pobre desempeño de los llamados representantes populares, que llegan al cargo mediante el voto (directo o indirecto de los electores) y gozan de inmejorables condiciones salariales y en materia de prestaciones. Disponen de oficinas, de vehículos, de ayudantes, de asesores, de secretarias, de gastos de representación, de todo el tiempo del mundo para hacer su trabajo, pero en términos generales no están a la altura.
Si ahora se dice que el proceder de los legisladores ha sido “lamentable y vergonzoso”, es porque descaradamente se han burlado de los ciudadanos, de los secretarios del gabinete estatal y del que por mucho tiempo era denominado como “H”, inicial de Honorable, Congreso del Estado. El ejercicio de la glosa del segundo informe del gobernador Emilio González Márquez ha sido el escenario ideal para mostrar el descaro con el que los diputados faltan a sus obligaciones y simplemente se ausentan de las sesiones de las comisiones en las que participan.
Es como si alguien invitara a otra persona a su casa porque tiene interés en platicar con ella, y cuando ésta se presenta el anfitrión nunca se aparece. Varios secretarios estatales, citados por los legisladores, con fecha y hora puntualmente definidas, acudieron a exponer lo que se les requería, y se encontraron con salones semivacíos o, en el “mejor” de los casos, con la presencia de diputados que no pertenecían a las comisiones responsables de atender los temas.
Lo menos que se debe exigir a los integrantes del Poder Legislativo, es que hagan un ejercicio de autocrítica, admitan sus omisiones, ofrezcan disculpas a los ciudadanos que les pagan sus elevados salarios, y acepten que se les descuenten los días no trabajados. Y que quede claro, lo de “lamentable y vergonzoso” lo han dicho muchos jaliscienses, pero también el coordinador de la fracción más grande del propio Congreso.
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