No es lo mismo

Hace años, al estar recorriendo la zona arqueológica de Palenque, ubicada en la selva del Estado de Chiapas, una compañera de viaje se molestó cuando otra viajera al ver que tenía dificultad al subir el Templo del Sol, le dijo: “Ya estás vieja”, a lo que ella contestó: “¿Vieja yo?”... vieja la Gran Muralla China y todavía van a verla, están viejas las Pirámides de Egipto y todavía las visitan, si estuviera vieja no andaría aquí, es verdad que tengo muchos ayeres, que ya soy antigua y si tú quieres un tanto estropeada por el tiempo, pero aun cuando tengo muchos años no soy una vieja y lo que es más importante “No me siento vieja” y menos me considero una anciana, ese estado es una actitud ante la vida y la mía es positiva, todavía tengo el suficiente brío y empuje para andar aquí, todavía sé vivir sin que me duela recorrer el mundo.

Dicen que los viajes ilustran y en éste al cual hago referencia, después de oír la plática de esas compañeras me hicieron reflexionar, concediéndole la razón a la maestra, pues no es lo mismo viejo que anciano; viejo es el de mucha edad y anciano “dícese del hombre o la mujer que teniendo muchos años se encuentra en el último periodo de la vida”, por eso todo anciano es viejo, pero no todos los viejos son ancianos y aun cuando para ofender se usen calificativos como vejestorio al referirse a personas muy viejas o vejete cuando es un viejo chaparro y ridículo lo cierto es que es el periodo en el cual se entra a la senectud y depende de la actitud que se tome ante ella es el tipo de vida que se tiene.

Y ahora una anécdota personal: Hace poco mi madre murió siendo ya por los años, una anciana, ya que falleció a los 104 años, su médico le recomendó que al caminar (pues todavía lo hacía) usara un bastón para apoyarse y evitar así una caída que a esa edad sería mortal, sin embargo, ella se negaba rotundamente a usarlo y decía: “Qué van a decir los vecinos, que ya uso bastón, que ya soy una anciana” y no lo usaba, sin embargo, se recurrió a una treta y a la vanidad femenina: se le empezó a decir “mamá, no es un bordón, no es que ya estés viejita y menos para que en él te apoyes, acuérdate que en tus tiempos se usaba el bastón porque era un signo de distinción, era para sobresalir de los demás, el que lo usaba se sentía ilustre, de empuje, de ahí que lo lucían, le daban vueltas, lo cambiaban de posición y lo exhibían.

¿Y qué creen? Mi madre cambió de actitud, empezó a usar el bastón, pero en una forma muy especial: al tomarlo lo hacía por la mitad, no lo apoyaba en el piso y lo llevaba cargando como si fuera una valija.

¿Lo que es la vanidad, no?
ADOLFO MARTÍNEZ LÓPEZ / Escritor.
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