La Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades) había advertido, desde semanas antes, que los ayuntamientos de la zona metropolitana multarían a quienes encendieran fogatas, y si reincidían, recurrían al apoyo de la Policía para detenerlos. Pero todo quedó en palabras que se llevó el viento, pues no hubo sanción alguna, y por todos los rumbos de la ciudad se prendieron hogueras y que quemaron llantas. Es lamentable, y reprobable, la falta de conciencia ciudadana sobre este particular, pues sin importar el daño ambiental que producen sus acciones, enrareciendo la atmósfera con una mala calidad del aire, se hace caso omiso de las recomendaciones.
Además, las personas que se encuentran en contacto directo con las fogatas se exponen a 400 microgramos por metro cúbico de contaminantes, que resultan tóxicos para la salud, y permanecen en la atmósfera durante uno o más días, lo que nos provoca que un día después de que se prenden las fogatas se favorezca a que tengamos altos niveles de contaminación que puede generar ya una contingencia atmosférica.
La prohibición de fogatas o quemas a cielo abierto, se desprende de la Estrategia Invernal que arrancó la Semades, para tratar de reducir la emisión de contaminantes a la atmósfera.
Ya se tuvo la mala experiencia por el encendido de fogatas en la Nochebuena, experiencia que se ha tenido cada diciembre. Ahora viene la velada para esperar el año nuevo, y en manos de la sociedad está el que los habitantes de la zona metropolitana respiremos un aire limpio. Para combatir el frío hay otras opciones, que no son dañinas como el encendido de fogatas y la quema de llantas. Cuestión de civilidad.
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