El presidente de la Cámara de Diputados, César Duarte, y el gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás, coincidieron en sus intervenciones en que la situación económica y la de inseguridad son muy graves.
El mandatario neoleonés habló incluso de una posible recesión, si se rompe el ciclo de los procesos productivos; y sobre el crimen organizado afirmó que está “carcomiendo la estructura del Estado”.
El Presidente Calderón contestó a estas posturas, pero además a otras que desde la esfera internacional han equiparado a nuestro país con Pakistán, o bien, que se refieren a México como un “Estado fallido”.
En un momento, aseveró: “Debemos rechazar, todos, el catastrofismo sin fundamento, particularmente ahora llevado a extremos absurdos, que daña sensiblemente al país, a su imagen internacional, ahuyenta inversiones y destruye los empleos que los mexicanos necesitan”.
Y agregó: “México exige de todos sus hijos lealtad a la Patria, precisamente cuando hay quienes le apuestan al fracaso del Estado, o a minar sus instituciones”.
Nuevamente convocó a la unidad y se pronunció por aprovechar la pluralidad política para la construcción de acuerdos. Aunque parezcan palabras gastadas, se antojan pertinentes precisamente ahora, cuando es año electoral y, lamentablemente, la clase política recurre con frecuencia al denuesto y a la descalificación, porque cree que así avanza en las preferencias.
Es complicado un cambio de actitud en un país en donde la noticia cotidiana tiene que ver con el crimen organizado mientras se recrudecen las dificultades económicas; no obstante, con la idea de que es mejor conocer la verdad para actuar en consecuencia y no sobre premisas falsas, el mensaje presidencial se podría entender como un llamado, y urgente, para aglutinar voluntades en torno a un solo propósito: México.
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