Galas públicas, un récord Guinness por conquistar y otros tantos conciertos más en escenarios lujosos, hablan de la inquietud por compartir, con propios y visitantes, la oportunidad de vivir por anticipado las Fiestas Patrias.
Ahora, con un creciente encuentro que ha logrado sembrar semillas culturales en España y Estados Unidos con indiscutible éxito que ha derivado en intercambios culturales y, a la par, en afianzar el rostro de cordialidad tan propio de los mexicanos, sobre todo en un año donde el turismo se ha visto castigado por los efectos de la influenza y la crisis económica, lo que ha demandado un doble esfuerzo que poco a poco va redituando en generar confianza hacia México en el extranjero.
Todo ello invita a la reflexión sobre si tanta difusión a un evento impacta favorablemente al interior de la ciudad, al ciudadano que se sostiene con una jornada laboral de ocho horas diarias durante seis días de la semana, y percibe un salario que sólo le alcanza para comer, comprar la lista de útiles escolares y nada más, pues la diversión de antaño —tan esperada por todos—, este encuentro no deja de lado el apartado comercial.
Para beneplácito de los ciudadanos, ahora las presentaciones y audiciones son —además de en plazas públicas— en restaurantes y centros comerciales, como parte de la difusión de la XVI edición del Encuentro que invadirá los espacios públicos y privados con guitarras, trompetas, violines, trajes de charro de gala y la fiesta misma que en sus sones se envuelve.
Que las penas de la semana se despidan con el mariachi, sí hay fiesta en la ciudad a foro abierto para que los bolsillos de los desgastados ciudadanos lo disfruten y retomen el gusto.
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