Mientras tanto, el asunto ha caído en una serie de acusaciones entre los gobiernos federal y estatal, señalamientos que más que aportar a la investigación, dan la impresión de tener tintes político-electorales, donde cada quien busca llevar agua a su molino, sin considerar que se trata de una tragedia sin precedentes. Pareciera que este incendio les vino como anillo al dedo a los diversos actores de la vida política nacional y del Estado de Sonora, en vísperas de la jornada electoral del 5 de julio.
El golpeteo incesante entre los gobiernos federal y estatal en torno a la tragedia, ha sido la noticia diaria, cuando lo que la sociedad espera es el seguimiento de la investigación, que por cierto, a tres semanas del suceso, finalmente la Procuraduría General de la República decidió atraerla, con lo cual se puede pensar que pronto habrá resultados y, lo más importante, se fincarán responsabilidades. Eso es lo que se espera, porque responsables desde luego que los hay, lo importante es que no haya impunidad y sean castigados, así sean funcionarios de alto nivel o sus allegados.
Gustavo Madero, presidente del Senado, expresó ayer lo que toda la sociedad piensa: “Es una tragedia que no se debe volver también tragicomedia política. Es una tragedia real que debe de conmover a todas las personas y a las autoridades para encontrar soluciones y no caer en utilizar esto con fines de golpeteo político-electoral”.
La muerte de 47 niños y el sufrimiento de quienes sobrevivieron al siniestro, así como el dolor de sus familias, merece todo respeto y consideración, así como que las indagatorias se lleven a fondo.
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