La fijación del salario es parte de la política neoliberal

En estos días, al igual que cada fin de año, vuelve al terreno de la protesta y de la discusión la cuestión de la fijación del salario mínimo, que de alguna manera constituye un indicador que determina el rumbo de la economía mexicana en el nuevo año, y que al decir de los expertos es, en términos generales, un factor que determina la promoción de la inversión.

Sin embargo, cabe hacer notar que la fijación del salario mínimo anual es parte esencial de las políticas públicas que aconseja la carta de intenciones que el gobierno mexicano se comprometió a cumplir, de acuerdo con los compromisos contraídos con el  Fondo Monetario Internacional (FMI), a raíz de que se suscitó un problema de liquidez  para cubrir los servicios de la deuda externa, porque los expertos del citado organismo económico internacional, encargado de regular el flujo del dinero a escala mundial, consideró un alza indiscriminada al salario mínimo, y de los salarios en general, ocasionaría constantemente el surgimiento de espirales inflacionarias muy dañinas para el sano funcionamiento de las economías nacionales, y evitar de esa manera que contaminaras a otras economías. El control del índice inflacionario es una constante en el programa o proyecto en la economía neoliberal.

A la política salarial de tipo neoliberal se oponen las protestas de las clases trabajadoras que perciben el salario mínimo, otras de que devengan un salario mayor, porque con los aumentos de precios de artículos de primera necesidad, disminuye ostentosamente el poder adquisitivo de nuestro peso, o sea el salario real que se sitúa es, obvio, por debajo de lo que se denomina salario nominal.

Esto, de acuerdo con lo que dicen los especialistas, se debe al escaso incremento que han tenido los índices productivos y de productividad de los principales comportamientos de la canasta histórica, y lo anterior se observa fácilmente, cuando a groso modo se contempla la situación que guarda el agro mexicano, y desde luego, la creación sustantiva de nuevos empleos, con la salvedad de que éstos sean mejor remunerados.

La Organización Internacional del Trabajo continúa ubicando a México en sus informes periódicos entre los países con mayor caída salarial junto con países como Sudáfrica, Tailandia, Camboya, etc. Por ello plantas que México debe modificar su política de incremento a los salarios mínimos proponiendo entre ocho y diez por ciento de aumento inmediato. A pesar de todo, la mejora salarial ha sido producto de decisiones políticas de los gobiernos que han dado buenas cuentas en materia económica a su población, incluso en tiempos de crisis, son los que han entendido que una política salarial robusta es elemento clave para fortalecer el  mercado interno, para crecer y cumplir con exigencias mínimas de justicia social. Son aquellos que no han caído en la trampa de erosionar el salario por razones inflacionarias o de falso impacto en la planta productiva. Convendría por tanto escuchar a la OIT. Una nueva política salarial es la que requiere el país de manera urgente, so pena de seguir acumulando más y más inconformidades de la población, condenada cada vez más a vivir en condiciones infrahumanas.      
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