Un cuadro así genera incertidumbre. Si los médicos tienen la razón, el enfermo debería mostrar mejoras. Pero éstas no ocurren.
Algo así nos sucede como país ante la actual situación económica. Los funcionarios invitan a no rendirse, asegurando que se saldrá del brete. Los expertos económicos, como los que consultó el Banco de México, dicen que la “enfermedad” es complicada, que el país sufrirá este año, pero que nuestras fortalezas harán que en algún momento mejore la situación. Para este año, dicen, nos irá mal; la economía decrecerá con todas sus secuelas en pérdida de ventas para industrias, comercios y servicios, pero el próximo año se volverá a recuperar el camino del crecimiento. Y sin embargo las señales de malestar prosiguen.
La incertidumbre que nos aqueja, desgasta. Que digan que el dólar se ubicará entre 13.00 y 14.00 pesos, como ocurrió hace algunas semanas, para luego bajar, y en su lugar ver que ya rebasa los 15.50 y se acerca a los 16 pesos, sólo genera incredulidad.
No hay duda de que el país está mejor preparado que en otras crisis económicas del pasado para superar las dificultades que se enfrentan. Lo dicen las cifras nacionales; pero el temor a lo incierto nos aflige. Y mientras más preocupación hay, más oportunidad tienen los que aprovechan esta situación para sacar ventaja propia: en lo económico, en lo político y lo laboral.
Recuperar la confianza en nosotros y en nuestro país se vuelve ahora el mejor antídoto ante los abusos en la crisis.
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