Haití, estado inviable

Haití está al borde la extinción política. Hoy es un Estado inviable. El Gobierno de Puerto Príncipe es incapaz de imponer el orden público en donde sus habitantes han optado por saquear para conseguir alimentos, que llegan del exterior pero que no fluyen, antes que sepultar a sus muertos esparcidos por las calles.

No existe autoridad municipal ni federal que se haga cargo de la situación, ni tampoco planes de protección civil; los hospitales están atiborrados y el sistema de salud, colapsado.

Nadie se hace cargo de esa interminable fila de mujeres y hombres silenciosos que deambulan como sonámbulos por una ciudad que alguna vez les perteneció.

El dato de la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de la ONU es contundente: el terremoto que demolió Puerto Príncipe es "una catástrofe histórica", pero no tanto por la cantidad de muertos (oficialmente de 50 mil, cuatro veces menos que los que dejaron los tsunamis en el Sudeste asiático, en diciembre de 2004), sino por la falta de una estructura política, incapaz de responder a las urgencias.

Desde que se fundó la Organización de las Naciones Unidas es el peor Estado que le ha tocado actuar. Un diagnóstico que el Consejo de Seguridad intentará descifrar y dar una respuesta a partir de mañana, tras una iniciativa que impulsa el Gobierno de México.

Mientras, ¿en dónde está el presidente haitiano René Preval?, ¿qué ha hecho en estos días, más allá de darle la bienvenida a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y los 10 mil policías que arriban a Puerto Príncipe a intentar a imponer el orden?

La presencia de Clinton va más allá de una acción solidaria. Hillary ha llegado a Puerto Príncipe como garante del plan Clinton-Bush que, como dice el presidente Barack Obama, "resume el espíritu de cooperación de Estados Unidos".

Ante el vacío que deja un Estado en vías de extinción, urge una respuesta de la comunidad internacional, antes que sea demasiado tarde. Es el Consejo de Seguridad, exponente de la representación multilateral, quien tiene la última palabra y no el poderoso Gobierno extraño a Haití.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando