Guerra

"La guerra se hace contra aquellos que no
pueden ser detenidos por la justicia".
Demóstenes

El Presidente Felipe Calderón ayer declaró que México vive una situación de guerra; lo que implica el reconocimiento de un conflicto bélico entre las fuerzas públicas y el crimen organizado. Este reconocimiento es de enorme trascendencia, porque significa que el Estado mexicano ha decidido usar la violencia ante la inoperancia de las leyes civiles. Implica que en esta lucha se usarán todos los elementos que caracterizan las guerras: armas, inteligencia, estrategia y por tanto tendrá, como todas las guerras, un alto costo material, social y político.

Sun Tzu en su célebre obra El arte de la guerra, afirmó que la guerra había que ganarla antes de declararla o de que existiera en sí misma, por lo que es de suponer que la declaración implica la seguridad del triunfo por parte de las autoridades.

Instituciones no gubernamentales han señalado que existe una guerra cuando tenemos al menos a un Ejército formal participando en un conflicto que genera muertes de forma masiva y continuada, como es el caso de nuestro país; por lo que el Presidente no hace sino reconocer una situación de hecho; pero cabe preguntarse cuál es el objetivo de esta guerra, cuál es su estrategia y su plazo de desarrollo, porque implicará un cambio en la forma de vida de millones de mexicanos, tanto por los efectos en la convivencia social pacífica que cada vez se trastoca más en muy diversas regiones, como por las consecuencias económicas que genera un conflicto armado.

El sentido común nos dice que el objetivo de la guerra es terminar o controlar a los grupos del narcotráfico que operan en México, y diríamos que además terminar con el régimen de impunidad que se vive en amplios sectores de la sociedad. En el primer caso el método es el combate, mientras en el segundo se trata de una cuestión de la fuerza de la ley; implica atacar la corrupción, la incapacidad, la frivolidad, el interés indebido en el desempeño público.

La guerra de la que habla Felipe Calderón no es un proceso de corto plazo, implica también el riesgo de que contamine los procesos políticos, que se combine con las campañas y las elecciones, y que pueda generar actos de terror en las comunidades. Se trata de una cuestión de extrema gravedad, porque en muy poco tiempo hemos pasado, casi sin sentir, de la paz social inducida a la guerra, que se da en la impunidad y la democracia. Esto puede generar tensiones políticas poco deseables, por lo que es necesario crear acuerdos políticos amplios para respaldar las acciones por parte de todas las fuerzas políticas y los sectores sociales, para evitar la contaminación partidista de estos asuntos de Estado que están muy por encima de la lucha electoral.

Éste fue el llamado del Presidente y hay que tomarlo en su exacta dimensión, no es ni más ni menos que un llamado a contar con una política de Estado que respalde la guerra.

LUIS SALOMÓN / Doctor en Derecho.
Correo electrónico: lsalomon@iberlinks.com.mx
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