Si el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado señala que la crisis es histórica, y que nos va a costar mucho reemprender el crecimiento, es porque contempla anquilosado el marco legal de la economía, para poder dinamizarla. Está viendo el vaso medio vacío.
Dicho de otra manera, la disciplina fiscal no impidió que la crisis nos pegara fuerte, pero evitó que los perjuicios fueran aún mayores. Lo que no se puede esperar es que la economía vuelva a avanzar con rapidez, cuando hay numerosos obstáculos que se lo impiden.
Por eso es tan importante lo que está ocurriendo ahora. El Gobierno federal seguramente estará negociando ampliamente un Paquete Económico que contenga reformas de fondo. El país necesita modernizar la legislación para favorecer el trabajo, las inversiones y la recaudación fiscal, pero también para eliminar privilegios y gastos prescindibles en el sector público. Para esto sirven las próximas dos semanas.
Cuando el Gobierno entregue al Congreso su propuesta de ingresos y egresos para 2010, serán los legisladores quienes tendrán en sus manos debatir, negociar y aprobar un conjunto de medidas que pueden desanudar los costos excesivos, en dinero, tiempo y burocratización, a los que está sometida la planta productiva nacional.
En años pasados, las disputas políticas impidieron una modernización a fondo y nos quedamos con reformas pequeñas, a medias. Muchos diputados y senadores tomaron al país como rehén de sus disputas e intereses de grupo. Hoy, necesitamos un trabajo legislativo abierto, sensato y profundo que favorezca las inversiones, la creación de empleos y la generación de riqueza social.
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