Por eso es un motivo de celebración el debate que promueven los escritores Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, con base en un listado de propuestas claras, concretas y posibles de cara a las elecciones de 2012. El reto que han lanzado consiste en lograr, primero, que los actores políticos y los ciudadanos den por saldada la deuda con la democracia electoral y empiecen a construir una democracia productiva y de calidad. El primer paso no es sencillo: hay que dibujar varios futuros, enfrentarlos entre sí, discutirlos y optar por uno, en lugar de elegir en julio de 2012 sólo un nombre, un rostro o unas siglas.
El primer dibujo lo están mostrando Castañeda y Aguilar Camín, quienes con valentía intelectual han empezado a recorrer el territorio para mostrar su propio diseño de futuro a universitarios, medios de comunicación, empresarios y políticos.
Queda claro que algunos de sus planteamientos no serán del agrado de todos los sectores que toman decisiones, pero precisamente de eso se trata: de discutir, evaluar y abandonar la parálisis que aqueja al Gobierno mexicano y obstaculiza el desarrollo económico del país.
Las propuestas son polémicas, pero un impuesto universal al consumo, una Policía nacional única, la división tajante de monopolios, una integración ordenada a América del Norte y suspensión de cuotas obligatorias para sindicatos estatales, son medidas que pueden cambiar, en 15 años, el rostro del país. Hay que discutirlas sin prejuicios y echar mano de la voluntad.
México puede tener una extendida clase media, puede acabar con la indigencia educativa que asola a dos millones de niños, puede y debe abandonar la informalidad en la que trabaja 60% de los mexicanos, puede y debe castigar la concentración de negocios en monopolios sindicales, televisivos y estatales. Tener otro futuro es un deber.
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