Junto con el dolor de no saber de Fernando durante meses, el empresario, que puso en una frase la rabia y la impotencia ciudadana ante la inseguridad, enfrentó también la indolencia y la ineptitud de las autoridades, federales y locales, que en dos meses no pudieron investigar nada sobre los autores del secuestro y el paradero del adolescente de 14 años.
Si bien Martí no acudió en un principio a las autoridades, cuando lo hizo tampoco le sirvió de mucho. De hecho, el empresario ha contado cómo antes de que apareciera el cádaver de su hijo fue a ver al procurador federal, Eduardo Medina Mora. El titular de la PGR lo recibió, ceremonioso como es, y tres horas platicaron sobre el caso y las semanas de angustia de la familia. Después de tanta plática, Martí le preguntó al procurador: “¿Qué hacemos?”.
La respuesta de Medina Mora fue textual: “¿Sabes qué, Alejandro? A ti y a tu hijo, los tengo en mis oraciones?”.
Martí salió de la PGR algo más que molesto: “No quiero oraciones, quiero a mi hijo”, le dijo al procurador antes de abandonar su oficina. Fue tal la molestia del empresario que semanas después, cuando ya el cuerpo de su hijo había aparecido, fue llamado a Los Pinos, donde lo recibió el presidente Calderón, el 19 de agosto, un día antes de la reunión para la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad.
Le soltó sin cortapisas que el procurador era ineficiente. “Pero es un excelente policía”, replicó Calderón en defensa de su colaborador. “Pues será muy excelente, pero aquí no hizo nada”.
El Ejecutivo llamó al empresario para invitarlo como orador en el acto de Palacio Nacional. “Si yo hablo va a ser muy fuerte”, advirtió Alejandro. Calderón le dijo que podía decir lo que quisiera, que quería que hablara a nombre de los ciudadanos. Yo no voy a hablar, le dijo el Presidente, “porque si digo algo me van a criticar y si no digo nada también”.
Al salir de Los Pinos, el empresario tenía definida la frase que un día después sacudiría el encuentro. Tan definida, que había mandado hacer un millón de calcomanías con la frase: “¡Si no pueden, que renuncien!”, que pensaba repartir gratuitamente a los automovilistas de la ciudad. Las calcomanías nunca salieron a la calle porque de Los Pinos se lo pidieron, pues “la situación era muy delicada”. Al parecer temieron que se interpretaran como una exigencia al Presidente.
Pero lo que sí salió, se convirtió en consigna ciudadana y le dio la vuelta al mundo. Fue la frase que, hoy se sabe, iba a dirigida a todos los funcionarios y gobernantes presentes, pero en particular a uno: el procurador, que en vez de solución y justicia ofreció “oraciones”.
NOTAS INDISCRETAS… El brillante asesor que sugirió al Presidente enviar el decreto por el que creó los “combos” de concesiones de radio, que convierten en FM las AM, tal vez no le dijo que al madrugarle al Senado —que llevaba meses trabajando una reforma legal idéntica al decreto— se compraría un problema. Porque el albazo del Presidente, en pleno puente patrio, irritó a los senadores que idearon los “combos”, pero en especial a uno que acusó recibo de Los Pinos. Manlio Fabio Beltrones ha dicho en la fracción priísta que la trastada le va a costar a Calderón. En medio de la crisis de seguridad y violencia en el país, con la economía que se contagiará de la crisis estadounidense y el desafío abierto de poderes fácticos que le quieren complicar el gobierno, ¿necesitaba el Presidente pelearse con sus únicos aliados políticos?... Hace un mes, Marcelo Ebrard se reunió con sus asesores y la dirigente del PRD capitalino, Alejandra Barrales, para revisar su estrategia para crear su propia estructura política en la ciudad con miras a 2012. Los avances que le mostraron, especialmente Barrales, fueron tan magros, que Marcelo dio un manotazo en la mesa y le rechazó a la dirigente un proyecto que había presentado. “Esto no sirve”, le dijo Ebrard a Alejandra, que salió apabullada. Hoy que encabeza la ofensiva contra Mariana Gómez del Campo, su contraparte panista, parece que Barrales captó el mensaje… Escalera doble. Los dados se baten de nuevo.
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