Pero lo que me importa ahora es hablar de mis queridas amigas. Cada 24 de septiembre calculo los horarios y telefoneo a ambas y cada una me pone al corriente de sus familias y sus ciudades que fueron mías.
Con sus emocionantes palabras un sinfín de recuerdos vienen a mi mente y creo volver a vivir lo vivido, con una nostalgia que no se puede medir.
"Juventud, divino tesoro".
Con tantos estupendos inventos que nos ofrecen los sabios de hoy, podrían presentarnos un aparato que nos llevara a esos días de atrás, hablando sin cesar con mis inolvidables amigas Mercedes y volviendo a escucharnos los planes futuristas que ¿los logramos.... o no?
Algunos sí. Otros no. Pero aquí estamos, para recordar y no olvidar la lista de lo alcanzado y lo no logrado.
La Virgen de las Mercedes es también la patrona de los prisioneros. En aquel entonces mi padre lo era. Las perversas leyes de Franco lo habían llevado a una cárcel de Alcalá de Henares, patria chica de Cervantes. Recuerdo fielmente mis idas y venidas a aquel lugar para visitar a mi padre haciendo unas filas largas que demostraban a cuantos había encerrado el dictador.
Cada 24 de septiembre iba yo a la iglesia de la Virgen de Las Mercedes a llorar y rezar por mi padre.
Nos esperaba México, me esperaba Mérida. Cambió mi vida. Mejoró notablemente y no olvido a mis amigas Mercedes, una madrileña; otra meridana, con nuestras conversaciones y paseos por la calle de Alcalá o el paseo de Colón. Un mundo de recuerdos para llenar un gran libro, casi una biblioteca.
El tiempo ha pasado, la salud ha menguado. Ya nunca volveré, pero están en mí y, en mis ratos solitarios, como si fuera un emocionante juego me hago la idea de que mis pies pisan tan inolvidables calles.
Toluca septiembre 2010
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