Hace una semana, el Consejo de Rectores, que aglutina a las autoridades de los centros universitarios temáticos y regionales, sesionó en una ríspida y prolongada reunión, en la que afloraron cuestionamientos por parte de los rectores de centro y el rector general de la UdeG, Carlos Briseño Torres. De uno y otro lado hubo señalamientos y emplazamientos a conducirse en mejores términos para cumplir con sus responsabilidades.
Queda claro que, al seno de ese Consejo, como al de la importantísima Comisión de Hacienda, y del propios Consejo General Universitario (CGU), que es la autoridad máxima de la casa de estudios, el rector general no cuenta con mayorías que le permitan manejarse con amplio margen para sacar adelante sus proyectos, en cuyo eje central está la ampliación de la infraestructura universitaria, principalmente construyendo más preparatorias en las distintas regiones del Estado.
El día de ayer, el rector Briseño anunció la destitución del exrector, Raúl Padilla de la presidencia del Fideicomiso del Centro Cultural Universitario (CCU) y del corporativo de empresas parauniversitarias, en alusión a lo que ya había dicho el lunes, en el sentido de que ha terminado la etapa en que el segundo se convirtió en factor de agrupamiento de un buen número de universitarios, entre los que se contó durante casi dos décadas al propio Briseño.
Cabe en este momento abrir ángulos de reflexión, porque la ruta que ha seguido el conflicto al seno de la UdeG avizora momentos de máxima tensión. Por la composición del CGU, se ha llegado a especular que la mayoría de sus integrantes podrían promover la destitución del rector general, y éste a su vez ha advertido que seguirá tomando medidas que podrían afectar el funcionamiento de las estructuras orgánicas de la casa de estudios.
Es urgente que los funcionarios, directivos, académicos, trabajadores y estudiantes universitarios entren a un proceso de análisis y propuestas para encausar a la UdeG hacia el cabal cumplimiento de sus funciones sustantivas, como lo son la docencia, la investigación y la difusión de la cultura.
No se debe perder de vista, ni tirar por la borda, el arduo trabajo que han desarrollado centenares, miles de universitarios en esfuerzos de gran calado como lo son la Feria Internacional del Libro y el propio proyecto del CCU, en el que, cabe recordar, no sólo hay un auditorio para espectáculos de nivel mundial, sino una biblioteca en ciernes que seguramente contribuirá a afianzar a Guadalajara (entendida como metrópoli) en los primeros planos de las actividades culturales del mundo de habla hispana, como bien lo ha establecido el exrector Padilla en su “carta abierta” que hoy se publica en este diario.
El llamado es a que la UdeG no pierda el rumbo, que no se desgaste en luchas intestinas, que no se pierda lo mucho que ha construido a lo largo de más de dos siglos.
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