Cierre

Cuando leí que Kalimba está acusado de violar a una chica que se quedó dormida en su cuarto de Chetumal, que un funcionario de Guadalajara está acusado de bigamia porque andaba perdiendo el estilo en Las Vegas y que uno de los cuatro fantásticos morirá en la próxima edición fílmica del famoso comic, me pareció que definitivamente éste era el momento adecuado para dejar de hablar del mundo y reflexionar un poco de esta columna.

Se vale ¿no? Es fin de año, es época de cierres, denme la oportunidad de hablar esta vez en primera persona. Comienzo diciendo algo rarísimo: ¡Qué bueno que no estoy en París! (siempre quise decir eso…) Ahora estoy en la Ciudad de México.

Llevo aquí cuatro meses, recordando cómo se vive en mi ciudad natal, poniendo la mirada en el funcionamiento de la clase política local.

Me he decepcionado muchísimo y he aprendido cantidad de nuevos trucos periodísticos y políticos.

El asunto es que desde aquí se ve el país de otra manera. Claro, ya se sabe: el centralismo de México es abrumador y cubre con un velo de ceguera tanto a los habitantes de esta metrópoli como a los políticos que se dicen federales e ignoran la dinámica de la grilla en Michoacán, en Colima, en Nuevo León o en Jalisco, pero también, curiosamente, hacen a un lado con asco la política local, la del merito Distrito Federal.

Pocos periodistas llamados nacionales tienen una mirada federal. Lo que tienen es una anteojera que los hace hablar del país en términos unificadores y uniformadores en materia de presupuesto, seguridad pública, medio ambiente, educación superior o deporte.

Da la impresión de que en Nayarit están más enterados de la abrumadora deuda pública de Quintana Roo que en el propio recinto de San Lázaro.

Y en eso he estado ocupada, en ver el mundo desde la capital de nuestro país. Lo hago con humildad (lo intento, pues), con interés, con mucha ignorancia aún, con mucho desconocimiento todavía, pero el caso es que llevo ya casi 20 semanas haciéndome a la idea de que ya no vivo en Guadalajara, en donde tengo a mis amigos más queridos pero en donde ya no hay un escritorio para mí.

Por eso es momento de hacer un cierre. A partir de la próxima semana, el tono de esta columna que cumple exactamente un año de aparecer en este diario, será diferente.

Durante 13 años fui una convencida de la necesidad de escribir siempre sobre política local, y sigo fuertemente atada a esa idea, pero ahora lo local será plural.

Escribiré sobre Guadalajara, pero también sobre Monterrey.

Pondré atención en la venta de notarías en Playa del Carmen, pero también en Acapulco. Hablaré de las broncas de Ney González, pero también de las de Gabino Cué.

Se cierra 2010 e intento abrir una ventana nueva para 2011. Me sentiré muy, muy honrada si me acompañan. ¡Que a todos nos toque un feliz año nuevo!
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