Tras el anuncio de los cambios se desencadenó una cascada de reacciones; obviamente, los panistas estuvieron de acuerdo y hasta aplaudieron el arribo de Molinar Horcasitas; pero la oposición, especialmente priistas y perredistas, fue bastante crítica, y no le falta razón, ya que en momentos en que el país atraviesa por una situación difícil en diversas materias, incluyendo el sector de telecomunicaciones, que se encuentra atrapado en una red de litigios entre las concesionarias y con decisiones clave que siguen en el aire, llevar a la titularidad a alguien que desconoce el ramo es una incongruencia.
Pero lo que sucede en el gabinete calderonista no es nuevo, y eso es de preocupar. Ha sido una constante del Presidente el rodearse, en los puestos clave de su Gobierno, de gente cercana a él, que le ha acompañado en toda su carrera política, que le ha sido leal, por decirlo en pocas palabras, sin importar ni medir la capacidad de las personas para manejar el sector de la mejor manera en bien del país. Y no se ha aprendido de los errores, a juzgar por estos nuevos cambios.
Se habla de “purificar” el gabinete, que inicialmente fue integrado para pagar facturas y corresponder a favores. El país necesita algo más, requiere de un gabinete conformado por talentos, que los hay dentro y fuera del partido en el Gobierno. De ellos hay que echar mano, así como de gente con experiencia, que es lo que México requiere para hacer frente a los problemas globales actuales.
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