Desde que inició la crisis (agravada luego por la aparición de la influenza A H1N1, que afectó por igual al comercio, la industria y el turismo), el discurso político ha sido en el sentido de realizar esfuerzos extra para eficientar los recursos, cada vez más escasos, y el reiterado exhorto al ciudadano para hacer aún más grande el sacrificio, mediante la reducción de gastos y el “estirar” lo más que se pueda el salario, cuando éste ya no soporta más, sin riesgo de romperse. Mientras tanto, de parte del Gobierno no se ven acciones reales para apretar su cinturón.
El próximo año será especialmente difícil para los ayuntamientos, con la reducción presupuestaria que se espera. Algunos municipios de la zona metropolitana —Zapopan y Guadalajara, por ahora, pero podrían sumarse los demás en los próximos días— ya anuncian medidas para contrarrestar sus consecuencias... medidas como la cancelación de obra pública y la suspensión del bono anual a los trabajadores, así como la cancelación de contratos de trabajo a los empleados supernumerarios o eventuales.
Todas las medidas que se tomen ante la crisis son buenas, y qué bien que se hagan efectivas, pero, otra vez, el apretón no es parejo; no se habla de suspender bono a regidores, ni de reducir gasto de viajes, ni de poner un alto a donativos... Sólo cancelar obra pública y no otorgar el bono a los trabajadores. Si se ha de apretar el cinturón, que sea parejo, y no sólo en los ayuntamientos, sino en el Gobierno del Estado y en el Poder Legislativo.
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