En ese sentido, es plausible que se vaya normalizando el trato entre ambas partes (llámense diputados, munícipes o gobernadores, en el caso del Estado), las que están en funciones y las electas. Son comunes ya los “equipos de transición” que se integran desde los dos lados para atender temas relevantes de la agenda que trascienden la vigencia de una administración.
Tal es el caso de lo que ayer ocurrió en el Palacio Municipal de Guadalajara, en donde se reunieron el alcalde Alfonso Petersen, de origen panista, y el electo Aristóteles Sandoval, militante priista, quienes pusieron sobre la mesa de discusión asuntos de gran importancia para la ciudad. La construcción y ubicación de la Villa Panamericana, el proyecto del complejo inmobiliario Puerta Guadalajara y la viabilidad y el trazo de las siguientes líneas del Macrobús, fueron algunos de estos temas que se abordaron con ánimo “republicano”, según coincidieron ambos personajes.
A nadie le puede quedar duda de que, hoy en día, independientemente del signo partidista de quien encabeza la administración municipal, estos tres grandes proyectos son de interés de la ciudadanía y por ello es indispensable que se garantice su continuidad o, si es el caso, se justifiquen sus variantes.
Que dos políticos de partidos diferentes entren cordial y abiertamente a hablar de la agenda municipal en que ambos influirán, es una buena señal para los habitantes de Guadalajara.
Ojalá que el alcalde en funciones y el alcalde electo, junto con sus equipos de trabajo, sean capaces de argumentar, de explicar, de justificar el sentido de las decisiones que ha tomado uno y pretende ejercer el otro. Si la Villa debe seguir adelante en el Proyecto Alameda o debe cambiar de ubicación, se tiene que decir con datos duros a la población; si es mejor y factible el Tren Ligero en lugar del Macrobús, que se respalde con proyecciones técnicas y financieras reales y sin engaños. Ambos tienen la palabra.
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