México
Yo también estoy ''hasta la madre''
Plantear que esta guerra es de ''buenos'' con uniforme y ''malos'' sin él, es también una media verdad
Antier llegó al Zócalo del DF la “Marcha por la paz con dignidad y justicia” que convocó el poeta Javier Sicilia tras el asesinato de su hijo. Leyó un discurso que en lo fundamental no se puede rechazar: viene de un padre dolido que culpa a las estructuras de poder de México —marcadamente, enlista a todos los partidos políticos y sus niveles de gobierno— de tener al país así.
Muchos se han colgado de la diversidad de demandas, la mayoría de ellas vinculadas a grupos afines al lopezobradorismo, para descalificar el verdadero denominador común que despierta simpatías en muchos más de los que caminaron: un ¡ya basta! a las autoridades para que pongan fin a la criminalidad.
Sí. A las autoridades. Porque a ellas debe dirigirse el ciudadano. Se equivoca gravemente el Gobierno cuando pide que el ¡ya basta! apunte a los criminales: eso sería el principio, después acudir a ellos para que hagan carreteras, construyan escuelas, instalen hospitales y suplan al Estado, como ya sucede en no pocas comunidades. Esos salvajes no merecen ni nuestra palabra.
A la autoridad, porque se vale dudar y hasta pedir cambio de estrategia. Si bien el Presidente Calderón no es el único responsable de tener así las cosas y es obligación constitucional de cualquier Gobierno combatir a los delincuentes, es sólo atribuible al Primer Mandatario el diseño de un método que no se consensuó con la sociedad, partidos, estados ni municipios; que inicialmente obedeció a la necesidad presidencial de obtener la legitimidad política que no le dio su elección; y que nunca tuvo en mente atacar decididamente el “lavado” de dinero, que es la ruta más eficaz para mermar a los cárteles.
Plantear que esta guerra es de “buenos” con uniforme y “malos” sin él, es también una media verdad: muchos policías y soldados están coludidos con el crimen y es comprensible la desconfianza de la ciudadanía en todos aquellos que se presentan como los “buenos” de la historia.
De la misma manera, pienso que no hay una sola mente sana capaz de desear que el Gobierno pierda la guerra contra los criminales.
Saciamorbos
A diferencia de la marcha de 2004 que pintó de blanco el Zócalo y Reforma, motivada por el aumento en los secuestros, la de este domingo permitió las consignas político-partidistas. En 2004 alguien intentó sacar una pancarta contra López Obrador y los propios asistentes le obligaron a guardarla. Esta vez desfilaron cartulinas contra Calderón, desde la exigencia de renuncia hasta el insulto. Como bien respondió Sicilia, a la gente no se le puede reprimir el derecho a decir lo que quiera en una manifestación.
Síguenos en