México
¡Ya bájale…!
La metáfora se la escuché a él hace algunos meses en una tertulia en la que se festejaba lo que fuera y se hablaba de todo
Así anda por la vida, buscándole la ironía, el sarcasmo, hurgando en los personajes, hechos o lugares con los que a diario interactúa, hallándole el gesto burlón a cualquiera que se topa, incluyendo estultos y siniestros.
Es una buena técnica, porque descubre verdaderos tesoros de la personalidad de los seres cotidianos y, al desnudar esa personalidad, imagina fórmulas para que la vida sea más leve.
Desde el fin de semana pasado, Jorge ha pasado de ser cronista de los avatares urbanos a través de su “Reloj de asfalto”, a protagonista de uno de los episodios cotidianos por los que pasan decenas de jóvenes tapatíos todas las noches: el abuso policiaco.
El típico procedimiento de una “revisión de rutina” terminó en un descarado asalto por parte de dos elementos de seguridad de Guadalajara.
A uno de ellos le gustó un aparato que traía consigo Jorge y simplemente se lo birló, con la amenaza de que si lo seguía reclamando —puesto que era de su propiedad— le “sembrarían” alguna sustancia ilícita para que se convirtiera en presunto delincuente, pero tras las rejas.
La Secretaría de Seguridad de Guadalajara ya se hizo bolas con el caso y no encuentra cómo sostener la patraña de que está investigando a los malos policías… Y la víctima sigue siendo víctima, vejado por quienes se supone deberían cuidar de su seguridad.
El Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad (ICESI) prescribió el año pasado, después de realizar un estudio con fundamentos académicos sólidos, que para profesionalizar a las policías del país se requiere: “…la regulación de la selección, el ingreso, la formación, la permanencia, la evaluación, el reconocimiento y la certificación de los integrantes de las instituciones de seguridad pública, cuestión fundamental que ha de atenderse con sumo cuidado, pero insuficiente para lograr un auténtico y vigoroso sistema nacional de seguridad pública”.
Propone como “condiciones indispensables”: Instaurar una auténtica carrera de formación policial; salario y prestaciones laborales adecuadas; coordinación eficaz entre cuerpos policiales; mecanismos estrictos y eficaces de vigilancia y control de la conducta de los policías; fortalecimiento de los vínculos entre los cuerpos policiales y la comunidad.
¿Estamos lejos de conseguir esto que es lo mínimo indispensable? ¿Va primero la “Policía de élite”? Saque usted sus cuentas, mientras Jorge sigue amagado por policías que tienen como método la extorsión, el robo, la intimidación, y sin nadie que los investigue y los sancione, llaman por teléfono a sus víctimas denunciantes para advertirles: ¡Ya bájale de h…!
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