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¿Y cómo le explicas?

La ausencia está ahí, marcando tu vida. ¿Cómo le explicas al corazón para que entienda y deje de doler?

La ausencia está ahí, marcando tu vida. ¿Cómo le explicas al corazón para que entienda y deje de doler? Si alguien conoce la fórmula que la comparta. Nadie está preparado para la muerte.

Dicen que cuando una persona está enferma el impacto no es el mismo, como cuando la vida se va de repente. Quizás, sin embargo, la marca invisible de la deserción se tatúa en tu cuerpo, te quema a veces. Estos son días en donde tradicionalmente se celebra a la muerte.

Para otros, el dos de noviembre es todo el año, y el tiempo –ése, que te ayuda a olvidar- no pasa más que en el calendario.

En el capítulo que habla del miedo a la muerte del libro “Un buen morir” de Daniel Behar, explica que la biología es la responsable de afirmar que la continuación de la vida depende básicamente de la salud del cerebro y del sistema nervioso, el “yo” es una construcción de nuestra mente y ésta un producto de nuestro cerebro.

Si se puede abandonar el cerebro y el sistema nervioso, si nuestra conciencia es capaz de funcionar fuera del cuerpo físico, entonces la identidad será “algo mucho más complejo de lo que jamás pudimos soñar”.  

Y qué pasa entonces cuando nace un bebé y sus padres lo visualizan en la universidad, casado y con hijos, incluso enterrándolos a ellos por viejos, ¿y así de repente muere en sus primeros años de vida?

Adiós a los planes, a la famosa ley de la vida de nacer-crecer- morir, adiós a todo, porque lo único que sabes en ese momento es que ya no podrás ver ni oler al producto de tu propio cuerpo como lo es un hijo.

Esta semana que termina, escuché a una madre que velaba a su pequeño responderle a una persona que le daba el pésame, algo que dejó helados a más de uno ahí presentes, “hazme un favor, mejor cuando llegues a tu casa, dale un beso a tus hijos, abrázalos muy fuerte y diles que los quieres mucho”.

Así que la distancia queda definida. Vida y muerte son dos realidades iguales en un todo como un bardo. En el budismo, la palabra “bardo” significa estado intermedio o estado de transición. Se trata de una experiencia de cambio profundo e incertidumbre puesto que el pasado, el mundo conocido, va desapareciendo y el futuro, la próxima existencia, aún no se ha manifestado.

León Tolstói decía que lo importante no es creer en el más allá, sino encontrarle a la vida un sentido tal, que ni la muerte no los pueda arrebatar.

¿Qué sigue después de la muerte? Expertos en tanatología coinciden en que los síntomas asociados a un duelo incluyen cambios en la percepción, desorientación, pérdida temporal de la memoria, dificultad para concentrarse, o una sensación de que el mundo normal es “irreal”.

La persona en duelo puede pensar a veces que oye o ve al ser que ya no está aquí. Duerme rogando encontrárselo en sus sueños, al menos ahí tener la oportunidad de poder vivirlo otra vez. Aunque el despertar sea igual de doloroso que el primer día de la separación.
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