México
Visita del Papa, una experiencia especial para capitalinos
Voluntarios y feligreses destacan el impacto que les generó recibir al líder católico en la Ciudad de México
su estancia en la Ciudad de México.
Ello, debido a que la visita del jerarca de la Iglesia Católica fue una experiencia que generó una serie de reacciones en las personas entre ellas los que se dicen católicos "ocasionales", los que se entregan al servicio de la Iglesia y quienes de plano no quieren saber nada de religión.
Tal es el caso de Rosaura Gutiérrez, coordinadora de la Sexta Vicaría San José del Equipo Laico al Servicio de la Pastoral y que acudió a dar servicio de orden, tanto frente a la Nunciatura apostólica como en el Hospital Infantil de México, "Federico Gómez".
Al compartir su experiencia, destacó el impacto que generó recibir al Papa, ya que a pesar de su cansancio siempre ha dado muestras de humanidad al salirse del protocolo y acercarse a la gente que clama por una mirada, una caricia o una bendición.
"Es indescriptible lo que te pueda decir, la verdad debiste estar ahí para ver cómo la sola presencia del Papa hacía que la gente que ya tenía más de seis, ocho y hasta 12 horas esperándolo valiera la pena", mencionó.
Pero eso no es todo, continuó, "la experiencia y el convivio que se generó entre quienes acudimos a dar servicio para mantener el orden, como la gente que acudía a ver al sumo Pontífice y la misma policía que se encontraba en el lugar fue muy especial".
"Hubieras visto cómo sin importar si éramos de servicio, de vallas o simplemente feligreses, entre todos intercambiábamos y compartíamos el agua, los lonches, las risas y los comentarios, incluso hasta con los mismos policías", destacó.
Lo mismo ocurrió con quienes se dieron cita para hacer vallas y que desde muy temprana hora, a veces desde las 4:00 o 5:00 horas se daban cita para recibir instrucción y distribuirse en las diferentes secciones tanto de la Basílica de Guadalupe como de la Catedral Metropolitana.
Para Lourdes Pot esa experiencia fue mayor a la de simplemente dar servicio, pues el ambiente familiar que se generó durante toda la jornada siempre fue amistoso y lleno de alegría, "no importa cuántas veces vimos pasar al Papa, en todas las ocasiones la experiencia fue la misma", aseguró.
También hay inconformes
Sin embargo también están los que protestaron por la visita del Pontífice, no tanto por su doctrina o su presencia, sino por las afectaciones viales que a diario se generaron en la Ciudad de México.
Un ejemplo de ello fue el sábado, cuando al subir al Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro para ir a trabajar, más de un pasajero protestó cuando las bocinas del tren anunciaron que las estaciones Zócalo y Allende estaban cerradas.
Lo mismo ocurrió con quienes a pesar de la visita del jerarca católico tuvieron que presentarse a trabajar, a pesar de que las calles donde estaban sus negocios se encontraban desiertas. Como Juanita, quien desde las 7:00 horas se presentó a abrir y limpiar la lonchería en la que trabaja sobre Donceles a escasos pasos de República de Chile.
"Sólo espero que al terminar el evento decidan pasar a comer por acá", argumentó mientras terminaba de pasar la jerga para comenzar a colocar las sillas frente a las mesas.
De igual forma no faltó el descontento entre quienes quisieron ir a ver al Papa al Zócalo capitalino, pero debido a la información confusa optaron por mejor quedarse en su casa y ver todo por televisión.
"Nunca supe si se podía entrar o no con boleto a todos los eventos o si los boletos eran sólo para las misas, y como yo no alcancé boleto pues decidí quedarme en casa", subrayó Cecilia Guerra, quien al igual que muchos capitalinos prefirió evitar tener que enfrentarse a los dispositivos de seguridad del Estado Mayor Presidencial.
Pero también hubo quienes sin proponérselo o buscarlo tuvieron la oportunidad de ver pasar al Papa Francisco, lo que al final resultó en una experiencia inolvidable, como el caso de Rocío Méndez, quien trabaja en unas oficinas frente al World Trade Center México.
"Nunca supuse que lo vería, y no porque no quisiera sino porque tenía que trabajar. Venía molesta el sábado porque se me había hecho tarde ya que cerraron las avenidas, así que por llegar tarde tuve que quedarme unas horas más", aseveró.
"Pero al salir de la oficina que me toca ver pasar al Papa cuando iba rumbo a Basílica, y que me va dando su bendición. Si lo hubiera planeado yo creo que nunca me hubiera tocado", comentó contenta.
También están aquellos que manifestaban su inconformidad por la atención que se le estaba dando a la visita del Papa, pero al paso del tiempo y tras escuchar o leer sus diversos mensajes terminaron por expresar su admiración por el Pontífice.
Un ejemplo de ello es Joaquín, quien no simpatizaba con tener que acompañar a su esposa y sus hijas a ver al Papa, pero al verse inmerso en el ambiente hasta él mismo terminó cantando y echando porras.
"Parecía un niñote berrinchudo que no quiere ir a misa y luego le cambió hasta el ánimo y el carácter para cuando llegó el Papa Francisco", comenta risueña doña José Lozano, mientras su esposo, ruborizado sólo se limitó a encogerse de hombros sin poder negar nada.
Lo cierto es que, fueran católicos o no, fieles o transeúntes, la visita del Papa Francisco le dejó a más de uno una experiencia diferente e inolvidable, exclusiva y muy diferente a la que en su momento dejaron sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI.
CIUDAD DE MÉXICO (17/FEB/2016).- Felicidad, euforia, convivencia, transformación y enojos fueron los sentimientos que experimentaron voluntarios y feligreses, simpatizantes y opositores que acudieron o les tocó ver el paso del Papa Francisco durante
Ello, debido a que la visita del jerarca de la Iglesia Católica fue una experiencia que generó una serie de reacciones en las personas entre ellas los que se dicen católicos "ocasionales", los que se entregan al servicio de la Iglesia y quienes de plano no quieren saber nada de religión.
Tal es el caso de Rosaura Gutiérrez, coordinadora de la Sexta Vicaría San José del Equipo Laico al Servicio de la Pastoral y que acudió a dar servicio de orden, tanto frente a la Nunciatura apostólica como en el Hospital Infantil de México, "Federico Gómez".
Al compartir su experiencia, destacó el impacto que generó recibir al Papa, ya que a pesar de su cansancio siempre ha dado muestras de humanidad al salirse del protocolo y acercarse a la gente que clama por una mirada, una caricia o una bendición.
"Es indescriptible lo que te pueda decir, la verdad debiste estar ahí para ver cómo la sola presencia del Papa hacía que la gente que ya tenía más de seis, ocho y hasta 12 horas esperándolo valiera la pena", mencionó.
Pero eso no es todo, continuó, "la experiencia y el convivio que se generó entre quienes acudimos a dar servicio para mantener el orden, como la gente que acudía a ver al sumo Pontífice y la misma policía que se encontraba en el lugar fue muy especial".
"Hubieras visto cómo sin importar si éramos de servicio, de vallas o simplemente feligreses, entre todos intercambiábamos y compartíamos el agua, los lonches, las risas y los comentarios, incluso hasta con los mismos policías", destacó.
Lo mismo ocurrió con quienes se dieron cita para hacer vallas y que desde muy temprana hora, a veces desde las 4:00 o 5:00 horas se daban cita para recibir instrucción y distribuirse en las diferentes secciones tanto de la Basílica de Guadalupe como de la Catedral Metropolitana.
Para Lourdes Pot esa experiencia fue mayor a la de simplemente dar servicio, pues el ambiente familiar que se generó durante toda la jornada siempre fue amistoso y lleno de alegría, "no importa cuántas veces vimos pasar al Papa, en todas las ocasiones la experiencia fue la misma", aseguró.
También hay inconformes
Sin embargo también están los que protestaron por la visita del Pontífice, no tanto por su doctrina o su presencia, sino por las afectaciones viales que a diario se generaron en la Ciudad de México.
Un ejemplo de ello fue el sábado, cuando al subir al Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro para ir a trabajar, más de un pasajero protestó cuando las bocinas del tren anunciaron que las estaciones Zócalo y Allende estaban cerradas.
Lo mismo ocurrió con quienes a pesar de la visita del jerarca católico tuvieron que presentarse a trabajar, a pesar de que las calles donde estaban sus negocios se encontraban desiertas. Como Juanita, quien desde las 7:00 horas se presentó a abrir y limpiar la lonchería en la que trabaja sobre Donceles a escasos pasos de República de Chile.
"Sólo espero que al terminar el evento decidan pasar a comer por acá", argumentó mientras terminaba de pasar la jerga para comenzar a colocar las sillas frente a las mesas.
De igual forma no faltó el descontento entre quienes quisieron ir a ver al Papa al Zócalo capitalino, pero debido a la información confusa optaron por mejor quedarse en su casa y ver todo por televisión.
"Nunca supe si se podía entrar o no con boleto a todos los eventos o si los boletos eran sólo para las misas, y como yo no alcancé boleto pues decidí quedarme en casa", subrayó Cecilia Guerra, quien al igual que muchos capitalinos prefirió evitar tener que enfrentarse a los dispositivos de seguridad del Estado Mayor Presidencial.
Pero también hubo quienes sin proponérselo o buscarlo tuvieron la oportunidad de ver pasar al Papa Francisco, lo que al final resultó en una experiencia inolvidable, como el caso de Rocío Méndez, quien trabaja en unas oficinas frente al World Trade Center México.
"Nunca supuse que lo vería, y no porque no quisiera sino porque tenía que trabajar. Venía molesta el sábado porque se me había hecho tarde ya que cerraron las avenidas, así que por llegar tarde tuve que quedarme unas horas más", aseveró.
"Pero al salir de la oficina que me toca ver pasar al Papa cuando iba rumbo a Basílica, y que me va dando su bendición. Si lo hubiera planeado yo creo que nunca me hubiera tocado", comentó contenta.
También están aquellos que manifestaban su inconformidad por la atención que se le estaba dando a la visita del Papa, pero al paso del tiempo y tras escuchar o leer sus diversos mensajes terminaron por expresar su admiración por el Pontífice.
Un ejemplo de ello es Joaquín, quien no simpatizaba con tener que acompañar a su esposa y sus hijas a ver al Papa, pero al verse inmerso en el ambiente hasta él mismo terminó cantando y echando porras.
"Parecía un niñote berrinchudo que no quiere ir a misa y luego le cambió hasta el ánimo y el carácter para cuando llegó el Papa Francisco", comenta risueña doña José Lozano, mientras su esposo, ruborizado sólo se limitó a encogerse de hombros sin poder negar nada.
Lo cierto es que, fueran católicos o no, fieles o transeúntes, la visita del Papa Francisco le dejó a más de uno una experiencia diferente e inolvidable, exclusiva y muy diferente a la que en su momento dejaron sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI.
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