México

Un año después, la querida Pavarotti

Con un rito diferente, celebro la llegada de la primavera días antes del oficial 21 de marzo, ahora que he vuelto a escuchar ''el canto de Proserpina'', la pajarita que conocí el año pasado y que le llamé ''mi pequeña Pavarotti''

Ha vuelto la primavera que, en la Ciudad de México y en Guadalajara, se expresa de una manera diferente comparada con otros países en donde la explicaban la alfombra de flores que aparecía cuando daban por llegada la primavera después del rapto de Plutón a Proserpina.

Bernini captó el instante mismo cuando Plutón, el dios del Inframundo, se lleva a Proserpina, la hija de Ceres, diosa de la agricultura, de las cosechas y de la fecundidad quien, al enterarse de lo sucedido le suplicó a Júpiter que le permitiera a su hija regresar a la Tierra, aunque fuese sólo por seis meses y el resto lo pasara en las profundidades del Hades. Júpiter lo aceptó y Ceres, encantada de la vida, cada año le da su bienvenida, colocando una alfombra de flores sobre la Tierra para que Proserpina la recorra con sus delicados y desnudos pies.

Con un rito diferente, celebro la llegada de la primavera días antes del oficial 21 de marzo, ahora que he vuelto a escuchar “el canto de Proserpina”, la pajarita que conocí el año pasado y que le llamé “mi pequeña Pavarotti”, y que ahora ha vuelto para cantar la misma melodía que hace un año, una y otra vez, cuidando de sus nuevas crías.

Como Ceres —digo—, dejé a un lado el libro y salí a la terraza sin hacer mucho escándalo para no asustarla, para contestarle y que supiera que ahí la estaba esperando: al principio no me salía el chiflido y tuve que mojarme los labios varias veces para imitar su melodía, una y otra vez, hasta que me pareció que nos habíamos reconocido. Ésta es la alfombra de flores musicales que había colocado para que pudiera volar con sus alas delicadas y lo hiciera con toda confianza alrededor de la Jacaranda que cubre la terraza.

De una vez por todas —pensé—, estos mis buenos deseos para con su nueva camada: que sobreviva sin tantos sobresaltos y que venga a refrescarse a la fuente que he adaptado para que ella y su familia tomen agua o se bañen, ahora que empieza a hacer un poco de calor, aunque ya sabemos que en México, “febrero loco y marzo otro poco”.

Se pueden imaginar que sonreí de puro gusto, aunque no chiflara cuando la oí y la vi volar entre las ramas desnudas de la vieja Jacaranda que, este año, por egoísta o por vieja, no muestra todavía sus flores.

Luego, entré a la sala y se me ocurrió si ¿no serían mis ansias de querer ver a la querida Pavarotti un año después, las que me hicieron ver y oír a la que no era? No importa, pues ya ha empezado la primavera y eso es todo.
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