México
Un Tigre convertido en gato
El asesinato de Édgar Enrique Bayardo del Villar, alias “Tigre”, no es otra nota roja más
Bayardo, de 42 años, fue un triple agente. Recibía un sueldo de 50 mil al mes como testigo protegido (colaborador) de la PGR y privilegiado asesor de Medina Mora; trabajó como alto mando de la División Antidrogas de la Policía Federal; fue informante de la DEA (pasó las pruebas de control de confianza del FBI); protegió la operación del cártel de Sinaloa en el Distrito Federal, a cambio de una fortuna, según la denuncia de Jesús Reynaldo Zambada García, alias “El Rey” (ex zar de la droga en el Distrito Federal, Morelos y Guerrero). Al morir, “Tigre” deja 28 millones.
La sangre del testigo protegido, bautizado por los medios como “garganta profunda”, salpica a Medina Mora. Bayardo fue detenido en octubre de 2008. Confesó haber trabajado 20 años para “El Rey” Zambada. El ex procurador debió consignarlo. En cambio, lo convenció de acogerse al Artículo 35 de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada. “Tigre” se convirtió en gato; le restituyeron todos los bienes fruto de sus males.
Ahora, la PGR se enreda. Trata de proteger al nuevo embajador en Londres. A toda prisa esconde la basura bajo el tapete. Intenta confundir. El nuevo procurador, Arturo Chávez Chávez, se ve obligado a ordenar la revisión exhaustiva de la figura del testigo protegido, copiada de la justicia estadounidense; cuestionada hasta el cansancio.
La autopsia al cadáver de Bayardo revela el fracaso de la cultura del arreglo por encima de la legalidad; la PGR procura justicia usando soplones, chivatos y traidores; mamones del erario; testigos protegidos que ni siquiera pueden serlo, desde el momento en que los matan o se suicidan. La PGR se pone en evidencia al consagrar jurídicamente conductas indebidas. Ése es el sello y el meollo.
La PGR está obligada a informar quién es el hombre, de traje azul oscuro, estatura baja, robusto, cabello corto y barba de candado, que jaló el gatillo de la metralleta 9 milímetros que mató al “Tigre”, hirió a su acompañante, José Solís Castillo, de 33 años, y a María Eugenia Martínez, clienta de la cafetería Starbucks de Pestalozzi y Pilares. El asesino de Bayardo es un profesional; fue una ejecución quirúrgica impecable; un macabro mensaje de escarmiento, exclusivo para traidores. Si la PGR fracasa, tiene otra alternativa: el ridículo; en 15 días van dos testigos protegidos muertos.
RENDIJA: El PRD no será refundado; acabará refundido. Los liderazgos están extraviados entre Iztapalapa y el SME. Van de “El Padrino” a Ratatouille.
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