México

U2 a 360°

Miles de jóvenes saltaron al ritmo de Vértigo, sólo hicieron pausas para dar testimonio de su presencia en el facebook

Salí de la oficina a las seis de la tarde rumbo al concierto de U2. Buena hora para hacer un traslado del Centro Histórico de la Ciudad de México al Coloso de Santa Úrsula. El metro estaba pletórico de comprimidos, pero impacientes y expectantes seguidores de una banda que comenzaba a colapsar avenida Tlalpan y alrededores. El personal del metro en vano indicaba cómo acceder al vagón que nos llevaría sin escalas al Azteca. Todos caminábamos con la mirada puesta en el escenario plantado al centro de la cancha. En lo personal, deseaba ver ese imponente despliegue tecnológico del que hablaban los medios. En mi cabeza rebotaban las gotas de agua de la intermitente lluvia que amenazaba a unos y daba empleo a otros. En mi mente no cabían las 140 toneladas de luz, sonido y video que decían las notas previas al concierto, y esa estructura denominada “La garra” de 50 metros de altura y 64 de ancho.

Mi ingreso fue por las escaleras que conducen a la zona “C”, cantaba Gary Lightboody y su Snow Patrol, la banda escocesa-irlandesa que abriría el concierto, y que al final de cada canción recibía el aplauso impaciente de un público en espera del cuarteto de Irlanda.

Luego de mostrar nuestra cortesía rockera con los teloneros, y habiendo hecho los ajustes necesarios al sonido y al escenario, aparecieron Bono, Edge, Adam y Larry, descendiendo por una rampa como hacen los boxeadores en Las Vegas camino al ring. Inmediatamente comenzamos a girar a 360 grados con Even better than the real thing y I will follow, inmersos en una majestuosa expansión multimedia y ante la pantalla más grande del mundo que ponía a prueba el trabajo realizado por los 257 empleados que montaron uno de esos escenarios que gustan a Bono, según relata en sus conversaciones con Michka Assayas.

Miles de jóvenes saltaron al ritmo de Vértigo, sólo hicieron pausas para dar testimonio de su presencia en el facebook. Miles de padres de familia se transformaron ante el rito pacifista de Sunday bloding Sunday, y otros más, como el que esto escribe, nos trasladamos a la preparatoria con With or without you, en medio de la atmósfera galáctica emanada del centro de “La Garra”, envueltos por el humo, las luces, el sonido y una luminosa antena que parecía avisarnos que estábamos a punto de salir al espacio, pero el señor de las papas nos recordaba que estábamos en la Tierra, en la Ciudad de México, en el Coloso de Santa Úrsula, donde “La Garra” de una enorme araña la noche del miércoles hizo su nido. Satisfecho emprendí la retirada al ritmo de Where the streets have no name. Así fue el regreso a casa, la multitud y el caos vial dejaron las calles sin nombre. La tarifa de los taxis, tampoco tenía nombre.
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