México

Trigo sin paja

El 11 de febrero se cumplieron 20 años de la liberación de Nelson Mandela, tras 27 años de reclusión por su lucha incansable contra el régimen del apartheid

El 11 de febrero se cumplieron 20 años de la liberación de Nelson Mandela, tras 27 años de reclusión por su lucha incansable contra el régimen del apartheid en el Sur de África, y cuatro años después fue elegido democráticamente como el primer presidente negro.

Desde joven, su padre lo llamaba en el dialecto xhesa “rolihlaba”, cuyo significado es “el que trae problemas”.

Fue expulsado de la universidad negra de Fort-Have por encabezar la oposición contra el Gobierno racista que institucionalizó la segregación de los negros en 1948. Fue juzgado y absuelto por traición en 1956, y un año más tarde preside el Congreso Nacional Africano, juzgándosele ahora por conspiración contra el Estado en el proceso de Rivenia en 1963, en el que fue condenado a cadena perpetua.

En el invierno de 1964 fue desembarcado en Robben Island para cumplir su condena de trabajos forzados a perpetuidad. Esta isla llevaba a cuestas más de tres siglos de horror. Los holandeses primero y los británicos después, habían confinado allí a los negros reacios a la dominación colonial; a la vez la utilizaban como leprosario, manicomio y cárcel contra delincuentes comunes. Además de sus muchos padecimientos, añadían el vivir casi en permanente soledad.

La celda número 5 la ocupó Mandela durante los 18 años que estuvo en la isla —de los 27 que pasó en prisión—. Uno de los más prodigiosos y esperanzadores acontecimientos históricos del siglo XX se gestó allí, en un calabozo inhumano, gracias a la inteligencia y a la grandeza de espíritu del más respetable político vivo de nuestro tiempo.

En nuestro país, la igualdad racial es tema para la declamación. No más. El coro de la intolerancia mexicana está formado por muchas gargantas que a voz en cuello gritan su blasfemia religiosa y racial, su xenofobia y su nacionalismo exacerbado. Si en mucho democracia es antifanatismo, tolerancia y respeto, México, abierta o soterradamente, milita en las filas de la intransigencia y la discriminación.

La presencia de una cruz o un crucifijo en una escuela pública, es tan abusiva para quienes no son cristianos, como lo sería la imposición del velo islámico en una clase donde haya niñas cristianas y budistas, además de musulmanes, o la kipah judía en un seminario mormón.

Casi todos los políticos conocen bien el arte de actuar con tiento; pero desconocen en lo absoluto el arte de todas las artes políticas: el de retirarse a tiempo.

¿Acaso las culpas nunca se borran? Que sea menos; el hombre abriga la cómoda certeza de que la eternidad padece alzheimer.

El vestido debe ser tan ajustado como para advertir que dentro hay una mujer; y tan holgado como para apreciar que cubre también a una dama.
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