México

Tren parlamentario

Magnificación de las armas

El Presidente Felipe Calderón ha enviado al Senado de la República una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea mexicanos. Esencialmente, propone que se hagan cambios jurídicos para que —en casos de emergencia— los soldados que no pertenecen a las armas de infantería y caballería, sino a los servicios (verbigracia: sanidad, transmisiones, materiales de guerra, intendencia, etcétera), puedan asumir responsabilidades de quienes, en la milicia, han sido forjados en el Heróico Colegio Militar como fuerzas especializadas en hacer la guerra frontal y directa a un enemigo armado.

La iniciativa, que al Senado llegó el miércoles, llamó la atención porque ha dado pie a que se le hagan varias lecturas.

Voces de las Comisiones de Defensa y Marina de la Cámara de Diputados cuentan que el Ejército es como un cuerpo humano que tiene una columna vertebral, brazos y órganos vitales. Y este espinazo no es más que la infantería y la caballería, las encargadas de hacer que se aplique en los hechos la logística de la guerra.

Afirman en la Comisión de Defensa que los soldados de infantería y caballería son todos aquellos hombres que vemos enfrentar a tiro limpio a los narcotraficantes de hoy. Y suelen estar, siempre, subordinados a personal que previamente estudió en escuelas como la Militar de Clases de Infantería, en el Colegio Militar –de donde egresan de tenientes– y en la Escuela Superior de Guerra, adonde los oficiales y jefes se especializan –en una especie de maestría o doctorado militar– de diplomados del estado mayor.

Dicen los asesores de la Comisión de marras que un egresado del Colegio Militar –de donde egresan los mandos de aquellas dos armas: infantería y caballería– se caracteriza por tener una formación militar más rígida que la de quienes egresan de escuelas de los servicios.

Pero además, los soldados con mando en esas dos armas del Ejército, tienen en los cuatro años de formación militar asignaturas  que tienen que ver con las tácticas militares, con la logística de guerra. Y sus prácticas militares, todo el tiempo de estudiantes, están enfocadas a confrontar y resolver  a como dé lugar los retos que les vayan surgiendo en una operación de guerra.

Los militares que pertenecen a un servicio (transmisiones, sanidad, materiales de guerra, etcétera)  tienen exactamente la misma formación militar que los de infantería y caballería, pero, obviamente, sus asignaturas no tienen que ver con la logística de la guerra, sino con las áreas desde las cuales tienen que contribuir al fin común, que es la de confrontar a un enemigo armado y vencerlo.

Verbigracia: el soldado especializado en transmisiones tiene como encargo fundamental ser el hilo conductor irrompible entre “el mando y el mando encargado de una determinada operación”. El de sanidad no es más que el enfermero y los médicos, y las funciones primordiales de éstos es que el que lucha se sienta ampliamente respaldado y seguro de que, en caso de ser herido, tendrá en el servicio médico militar un gran apoyo para conservar la integridad física, y en caso extremo hasta la vida.

Se sobre entiende, salvo que el Ejecutivo Federal explique en otro sentido, que luego entonces –por ejemplo– un teniente de materiales de guerra o de sanidad ahora podría asumir funciones de un teniente de infantería o caballería.

Una pregunta escuece en San Lázaro y Xicoténcatl. ¿Por qué Felipe Calderón no optó por ampliar la matrícula del Ejército, como incluso se lo proponían los diputados hace unos días, en lugar de forzar la especialización en tácticas de guerra a todo el personal de clases (sargentos segundos y primeros), oficiales (subtenientes, tenientes, capitanes segundos y capitales primeros) y jefes (mayores, tenientes coroneles y coroneles) de los servicios del Ejército?

Apenas este lunes 15, en San Lázaro, cuando se definía el Presupuesto de Egresos de la Federación,  se supo que, definitivamente, el Ejército no iba a querer los casi 14 mil millones de pesos que un grupo de diputados del PRI y PAN –miembros de la Comisión de Defensa– querían agregar al presupuesto que Calderón había solicitado para la Secretaría de la Defensa Nacional, de unos 50 mil millones de pesos.

Argumentaban los diputados proponentes que dichos 14 mil millones servirían para  incrementar salarios, prestaciones sociales y, particularmente, para crear 18 batallones de infantería más.

En la bancada del PRI había un gran consenso por aprobar también los casi 14 mil millones. Coincidían casi todos los priistas en que los 18 tendrían que asentarse en los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Durango, Chihuahua, Sonora y Baja California, por la sencilla razón de que en los estados de la Frontera Norte ya los soldados y marinos “no se dan abasto” con los narcotraficantes y  la cosa está que arde en caminos, veredas, pueblos y ciudades.  

Este viernes, por supuesto, otras lecturas se hacían desde las filas de la oposición real, la del Partido del Trabajo. Una, de escalofrío. Lo que hay realmente detrás de la iniciativa de Calderón es la pretensión de avanzar en la militarización del país, con el propósito de disfrazar una dictadura en ciernes, en donde, a manera de corolario, Calderón estaría dándose un autogolpe de Estado, para continuar él en Los Pinos con el pretexto –que ya labra desde ahora– de que no habría condiciones para realizar en el país una elección presidencial en el 2012.

Y más todavía: con dicha ley, el Gobierno calderonista intentará iniciar el reclutamiento de civiles; es decir, de los muchachos de 18 años que en ese momento estuvieran haciendo su servicio militar obligatorio.
Simple y sencillamente no le conceden un mínimo de beneficio de duda a las intenciones de Calderón, a quien desde el principio han visto como un Presidente que sólo ha podido serlo auxiliado por las fuerzas armadas… como –oh, analogías que ofrece la historia de México– tenía esa misma necesidad hace 100 años Porfirio Díaz.

Por cierto, un dato de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados: en el sexenio de Vicente Fox desertaron 100 mil soldados. Y ya le hacen el recuento al actual.
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