México

Tren parlamentario

A Peña, ni con el pétalo de una rosa

El desbordamiento del Bronx priista sorprendía incluso a muchos tricolores. Acababa de asomar en un requiebre de la asamblea de San Lázaro un rostro que no se veía desde los tiempos aquellos, en que la Presidencia de la República pertenecía al PRI. Ayer, el rostro de un priismo intolerante y retorcido remeció dinteles y golpeó muros; como si fuera el viento adelantado de un vendaval.

Tres diputados del PRI, uno de ellos el ex líder ferrocarrilero Víctor Flores, arrancaron de cuajo dos mantas que, hacía unos minutos, legisladores del PAN habían colocado en la parte frontal del podium intermedio de la tribuna de la Cámara de Diputados: “Asesinato de la democracia” y “No a la ley Peña: no más mentiras”.

Los letreros aludían directamente a la reforma reciente que el Congreso del Estado de México recién pergeñó, en la que han prohibido la figura electoral de las candidaturas comunes. En dicho Congreso el PRI tiene la mayoría y legisló con la inexcusable pretensión de partirles el eje al PAN y al PRD, que han anunciado aliarse para 2011 —como lo hicieron este año en Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Durango— con el propósito de desjarretar desde allí a Enrique Peña Nieto, el ahora precandidato priista a 2012 más valorado al interior del tricolor y por Televisa, hoy por hoy éste el poder fáctico legal más poderoso en México.

Sesión todavía en su primer tercio. Diputados presentaban proyectos de reformas en la tribuna. El priista José del Pilar Córdova Hernández pedía reformas al Artículo 42 Constitucional. Cuatro diputados del PAN dejaron sus curules, bordearon la media luna (el espacio que separa el curulerío y el pódium); caminaron por la parte frontal del podium y extendieron entonces las dos mantas. El Bronx se estremeció. Un rumor sordo, de gran alboroto, barbotó del curulerío priista y se metió por todos los intersticios del recinto de la Cámara de Diputados.

Un legislador del PRI dejó la curul y se reunió con otro. Estos dos hablaron entonces con otros dos, a tres curules. Entonces dos y dos tomaron sendos pasillos hacia la media luna, y al unísono se aparecieron los cuatro en la media luna. Héctor Guevara y María Estela de la Fuente arrancaron una manta. Héctor Pedroza y Víctor Flores la otra.

En la media luna se encontraron entonces panistas y priistas. Las mantas, echas bola, se perdieron entre las curules del PRI. Y fue entonces cuando por esa atmósfera legislativa cruzaban dardos envenenados de los dos bandos.

Alfonso Navarrete, uno de los diputados priistas del Estado de México, pidió una moción de orden. “Sugerimos que retiren ese tipo de mantas que denigran la imagen de una institución republicana”…

Se escuchaba francamente abyecto Navarrete y falto de argumentación. Fue el primero del PRI que intentaba, a toda costa, evitar que Enrique Peña Nieto no fuera tocado.

Saeteó desde su curul el petista Gerardo Fernández Noroña: “La manera en que diputados del PRI han ido a la tribuna a arrancar las mantas que han puesto los legisladores de Acción Nacional no sólo rompe el orden sino rompe la más elemental convivencia política de respeto a la libre expresión en este recinto”.

Pero no dejaba de verse hipócrita el PAN. Exigía respeto a las mantas cuando ellos promueven reformar el reglamento para embozalar a los diputados que suelen pedir la palabra y manifestarse con pancartas y mantas y toma de tribunas. La blanquiazul María Pérez de Tejada exigía al PRI “congruencia”, “tolerancia”, “respeto a la libertad de expresión”.

Turno de un perredista. Rodolfo Lara: “¿Permitimos o no permitimos la libre manifestación de las ideas? ¿Éste es el nuevo PRI que nos han dicho? ¿Un PRI intolerante?”
El diputado federal del PRI Rubén Moreira, desde su curul, cimbró al PAN, diciéndole: “Pareciera que estamos de acuerdo en regresar la manta, siempre y cuando los señores regresen la Presidencia de la República”…

El PAN, en voz de su vicecoordinador Alberto Pérez Cuevas, planteó: “Se puede estar de acuerdo o no con la expresión de una idea. Lo que jamás podemos permitir en este Congreso, venga de quien venga, es la intolerancia a evitar que esas ideas se expresen”.
En un instante, el sesionar versaba en torno de la libertad de expresión. El PAN encontró eco en toda la oposición, exceptuando, claro, a priistas y pvemistas.

14:24 horas. Desde hacía varios minutos, el coordinador priista Francisco Rojas no estaba en la sesión; tampoco la líder nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel. De pronto el PRI se veía sin cabeza y desbordado por diputados como Víctor Flores, que presto estaba a los jaloneos.

Sudaba la gota gorda Jorge Carlos Ramírez Marín. Presidía la sesión el que ha sido el operador político del PRI. Y fue a él a quien exigían hacer valer el reglamento: haciendo que el PRI respetase la libre manifestación de las ideas. Pero el yucateco escurría el bulto. Acertó entonces mandar la asamblea a receso, para que los coordinadores acordaran el modo de desanudar el alboroto que —susurraban en corto los priistas— acababa de provocar Víctor Flores.

Después se supo que en el receso el PRI había prometido disculparse; pero no lo hizo. Y cuando regresaron del receso, una hora y pico después, cuando el PAN vio que no lo haría, anunció en voz de Pérez Cuevas que el panismo abandonaría la sesión en protesta. Esto mismo ya lo había planteado el PT. Y se acababa la sesión.

Dos argumentos habían chocado estridentes, hacía unos minutos, y dejaban marcados el calor de la sesión. Javier Corral (PAN) : “Detrás de la intolerancia está el miedo terrible; miedo que no anda en burro, anda en Peña Nieto. Un miedo que hoy hace a la diputación del Estado de México desfigurarse de una forma lamentable”.

Alfonso Navarrete Prida: “Que quede bien claro. ¿Dónde está más el miedo? ¿En buscar hacer una contienda democrática haciendo que los recursos públicos en candidaturas se utilicen en una sola vez o en tener que expresar un maridaje de plataformas comunes que no se tienen y que es la lucha por el poder?

Nadie se bajó del macho. Abortaban la sesión.
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