México

Tren parlamentario

¿A dónde se fue el contrapeso?

Al Presidente Felipe Calderón no podía haberle ido mejor este 2 de septiembre, día del IV Informe de Gobierno, cuando por televisión emitió un discurso devenido en monólogo; sin que nadie se lo cuestionara. Un Congreso de la Unión  fraccionado y convulsionado por la ambición, apenas pudo desde el Senado dibujar unos cuantos trazos de respuesta a un informe plagado de oquedad y de silencios bramantes que desembocaban en el cinismo.

“Este debate debió haberse hecho ayer en una sesión del Congreso General”, fustigó en la tribuna de Xicoténcatl Pablo Gómez Álvarez, “como marca la Ley Orgánica del propio Congreso y como es lo más conveniente para conocer las posiciones de las fuerzas políticas que están presentes en el Congreso mismo en relación con sus objetivos, sus planteamientos, sus propuestas”.

Pero en lugar de eso, fueteaba Pablo el lomo del Ejecutivo Federal, “se presenta hoy (ayer) un pretendido informe, en Palacio Nacional, por parte de Felipe Calderón, que, como ya se ha hecho costumbre, un juego de agradecimientos y recriminaciones al Congreso”.

Desde hacía varias horas, en Xicoténcatl y en San Lázaro, voces opositoras como las de Ricardo Monreal (PT), Mario di Costanzo (PT), Rubén Moreira (PRI), Alejandro Encinas (PRD) y el mismo Manlio Fabio Beltrones (PRI)  habían criticado con gran rigor un Informe de Gobierno que no bajaban de “francamente mentiroso”, “alejado de la realidad” y atiborrado de condescendencias que lo alejaban de la autocrítica.

El debate sobre el Informe se afincó, sin embargo, en un terreno tan resbaladizo y suelto que hacían ver al Congreso transfigurado en el “patio del jabonero”.

Ese debate en el Senado tenía que haberse celebrado el día anterior, como decía Pablo; como decía Ricardo anteayer; como dijeron Pedro Vázquez, y Porfirio Muñoz Ledo, Gerardo Fernández Noroña y Jaime Cárdenas Gracia.

Y no ocurrió porque —ayer se confirmaba— el PRI y el PAN decidieron desde la víspera  (31 de agosto) posponer la elección de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, y con ello postergar también el posicionamiento que los partidos políticos deben hacer, de acuerdo con la Ley Orgánica, en torno del Informe de Gobierno presentado.
Este jueves, en San Lázaro, finalmente aparecía Alejandro Encinas.

“Estamos en permanente comunicación”, declaraba Encinas a las dos de la tarde. “Hoy (ayer) mismo al filo del medio día tuve una llamada telefónica con el coordinador del PRI (Francisco Rojas); estamos en un conflicto, pero no con hostilidades. Estamos, por supuesto cumpliendo con nuestra responsabilidad porque el PRD está actuando con serenidad y con una gran responsabilidad”.

Llamó la atención Encinas porque a pesar de la temperatura que había alcanzado el conflicto por la Mesa Directiva, no había mostrado la determinación por defender una causa que —desde varios días atrás— diputados del PRI, PVEM y PT habían juzgado como del interés faccioso de Jesús Ortega. Pero además, durante varios días, el PRD no podía ocultar que de su cuarto de máquinas exudaba aceite, lo que alimentó el rumor de que su división era tal que  no iban a ser capaces de defender  lo que ellos han juzgado como su derecho a presidir la Mesa Directiva de San Lázaro en el año legislativo que comienza.

Y no, porque —y esto lo reiteraban ayer algunos priistas—  Ortega y su grupo quieren presidir la Mesa en 2010 y no la Junta de Coordinación Política, porque ésta estaría en manos de Encinas, y no de un orteguista.

El PRI, a través de múltiples voces, este jueves insistía en dar a la Ley Orgánica la interpretación aquella que dice que es el PRI el beneficiario de la prelación; es decir, el partido más grande y luego el más chico.

Encinas, ayer mismo rebatió al priismo citando una interpretación que ha hecho sobre el caso el diputado federal del PRD y ministro de la Corte en retiro Juventino Castro y Castro, quien ha dicho que la orden de prelación puede interpretarse mejor así: si es el PAN el que preside actualmente la Mesa y el que le sigue es el PRD, entonces corresponde a éste último presidir el segundo año. Y el tercero entonces sería al PRI, que por un acuerdo político, él mismo desistió de estar en el primer año. Y tendría que esperar su turno una vez agotado el orden de prelación que mandata la Ley Orgánica.

Los priistas, sin embargo, han dado muestras de tener la misma cachaza que los caracterizó hasta el año 2000. En lo que gente del PAN y el PRD han tildado de “patada en los… bajos”, anoche Francisco Rojas Gutiérrez, coordinador del PRI, emitió un comunicado de prensa en el que niega “categóricamente que en la llamada que le hiciera hoy (ayer) Alejandro Encinas Rodríguez, coordinador de la bancada del PRD en la Cámara de Diputados, al diputado Francisco Rojas, se haya hablado de negociar la estancia de 18 meses en la presidencia de la Mesa Directiva para el PRI”.

Respingó Encinas. Ya noche, aclaraba con el mismo Rojas que nunca había dicho lo que Notimex había registrado en una nota durante la tarde.

Lo que sí había dicho Encinas, se decía en el PRD, fue que el mismo Rojas había dicho en Ixtapan de la Sal, hace una semana, que el PRI consideraba quedarse en la Mesa 18 meses, y seis el PVEM. O bien, dividir el último año de la Mesa en cuatro, cuatro y cuatro meses. Y los últimos serían presididos por el tricolor, para empatar la presidencia de la Cámara con la elección en el Estado de México.

Un argumento suelto en el Senado y en San Lázaro calentaba todavía más la bronca por la Mesa Directiva: si el domingo a las seis de la tarde no se ha instalado la nueva Mesa Directiva, entonces la Cámara de Diputados inauguraría una fase inédita de crisis constitucional.
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