México
Tren Parlamentario
Era casi el final. Tenía entonces la voz Porfirio Muñoz Ledo, que, batiente, acababa de discutir con Héctor Aguilar Camín a propósito de la naturaleza jurídica del 27 Constitucional y el petróleo.
Vicente Bello
Era casi el final. Tenía entonces la voz Porfirio Muñoz Ledo, que, batiente, acababa de discutir con Héctor Aguilar Camín a propósito de la naturaleza jurídica del 27 Constitucional y el petróleo. Pero un comentario del senador que presidía el foro, Francisco Labastida Ochoa, vino a retratar de cuerpo entero el alcance real de un debate que, para muchos, comienza a traslucirse como una mera simulación.
Me permito solicitarle del tiempo al señor licenciado –atajó por primera vez Labastida Ochoa a Muñoz Ledo, quien en su tercera intervención había dicho:
“Cuando Pastor Rouaix –ingeniero, autor del proyecto-origen de los artículos 27 y 123 de la Constitución-- deja este pequeño margen en la redacción (se refería a la figura de los contratos y las concesiones) es porque todas las empresas que había en este país eran extranjeras. Estaba asumiendo la Nación el dominio; no había asomo de una empresa mexicana. En 1938, es la segunda redacción”... Y entonces, añadía Porfirio, no se sabía, no se tenía la confianza de lo que sucedería. Había amenazas incluso de invasión.
Héctor Aguilar Camín, desde su primera intervención, había atacado al Frente Amplio Progresista cuando dijo que “la mitología nacionalista ha tomado en estos días la doble forma de un apasionado constitucionalismo y un rechazo a la privatización”. Y, acto seguido, el escritor de los grandes contratos con el Fondo de Cultura Económica y la SEP remachó: “Es alegable que no sólo los contratos de riesgo sino todos los contratos otorgados por la nación en materia petrolera son inconstitucionales, pues violan lo dispuesto a la letra por el Artículo 27 de la Constitución”.
Y luego, Aguilar Camín, dijo: “Este artículo en su párrafo sexto, cito: ‘Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno, sólidos, líquidos y gaseosos, o de minerales radioactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que en su caso se haya otorgado”.
Entonces había hecho la aclaración, que después Porfirio le contra argumentó: “Conviene decir”, dijo Aguilar Camín, “que no había una sola de estas palabras en el Artículo 27original de la Constitución de 1917; la inconstitucionalidad alegable en la materia corresponde al texto reformado de 1960, no a la Constitución de 1917. (Y) si de lo que se trata es de defender y cumplir la Constitución tal como está, podemos empezar hoy mismo cancelando por inconstitucionales todos los contratos que Pemex ha celebrado con terceros.
Héctor Aguilar remachó en lo que fue, sin duda, el eje de su ponencia: “Con una Constitución como la mexicana, que en menos de un siglo ha sido cambiada cerca de 500 veces, 476 para ser preciso, resulta particularmente caprichosa la idea de que la Constitución no puede tocarse. Lo cierto, en el caso del Artículo 27, es que la Constitución no se ha tocado, pero tampoco se ha cumplido, al menos no en los últimos 48 años desde que en 1960 se expulsaron del texto los contratos y las concesiones. Bueno, se expulsaron del texto pero no de la realidad”.
Y, precisamente, de esto último estaba respondiéndole Porfirio cuando éste citó a Pastor Rouaix. “Héctor nos ha dado una idea muy clara”, ironizó Porfirio, “de qué entienden por modernidad. Se ha ido al texto original de la Constitución de 1917. Nada más faltaba irse a la del 57, o a la Constitución de Cádiz”. Y entonces fue cuando decía lo demás: “Deja este pequeño margen en la redacción porque todas las empresas (petroleras) que había en este país eran extranjeras”…
Y la reforma del 17 y después la del 38 fue para el país, decía Porfirio, como estar juntando los delitos. Había recordado que había amenazas muy serias de invasión.
Había dicho Porfirio también que este debate abierto en el Senado a punta de presión popular debería ser aprovechado por el Gobierno de Calderón para escapar de la presión brutal que tiene del Gobierno de George Bush… así como ellos suelen escapar cuando echan la culpa de sus incumplimientos al Congreso norteamericano.
Y ejemplificaba Muñoz Ledo con la firma del Tratado de Libre Comercio, desde el cual Estados Unidos obligó a México a atar a la legislación mexicana a la relación norteamericana (“fueron 28 reformas”, decía), mientras que los americanos, en su ‘Filo Suplementetion’ no modificaron ninguna”. Y acusaba: “Ahora se trata de modificar disposiciones constitucionales al modo del derecho corporativo de los Estados Unidos. Más claro no canta un gallo”.
Fue cuando Labastida Ochoa le pidió el tiempo. “Termino en 30 segundos, si me lo permite”, respondió Porfirio. “México nunca ha sabido, y esta es una gran oportunidad, este debate, como ellos lo hacen siempre en sus presiones internas. Y es construir un inmenso muro y nosotros seguimos dándoles el suministro (de petróleo). Y hablaba entonces de la figura del referéndum, tan utilizada en Latinoamérica y Europa.
Perdón, discúlpeme usted, interrumpió Labastida Ochoa.
Porfirio seguía encarrerado: “O hacemos una consulta popular”…
Le vamos a tener que quitar el sonido, señor licenciado, amenazó Francisco Labastida Ochoa.
“No me obligue a decirle otra cosa”… reviró Porfirio Muñoz Ledo a Labastida. Pero, éste se frenó. Y remató su intervención: “Hagamos una reforma constitucional que incluya al referéndum, pero tomemos en serio este debate”. Y, mirando al priista, dijo: “Muchas gracias, señor senador”.
Y el coordinador del debate respondió: “A usted, señor licenciado”.
Así se dieron otros escarceos entre los ponentes que allí estuvieron el jueves, en el Senado. Muy poco de esto ha trascendido en los medios de comunicación de la capital del país.
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