México

Tren parlamentario

Reglamento de diputados, un aprieto

Desde el primero de enero del presente año la Cámara de Diputados cuenta con un nuevo reglamento; pero no lo han estrenado en la práctica y ya está sujeto  a un mundo de observaciones. 

Los legisladores, súbitamente, se percataron que la norma que se impusieron apenas en diciembre, en el último día del periodo ordinario pasado,  será en los hechos un factor que obligue a tener que revisar pronto el tamaño de los periodos, cuya duración, juntos, no rebasan los 200 días al año.

Andan preocupados, evidentemente. Y lo mismo del Partido Acción Nacional (PAN), que del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y resto de los partidos políticos. 

Tanto, que ayer los diputados del grupo de trabajo de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias se reunieron con Jorge Carlos Ramírez Marín, presidente de la mesa directiva, para reiterar que hay 92 reservas al dictamen del nuevo reglamento, la mayoría de las cuales se las dejaron sembradas diputados del Partido del Trabajo (PT), Partido Comunista (PC) y algunos del PRI. 

Una de los mandatos a los que se sometieron los diputados con este reglamento es el del plazo máximo de 45 días para tener que dictaminar una iniciativa de ley, a partir de que ésta sea presentada al pleno de los 500 diputados o al pleno de la Comisión Permanente. 

En cada periodo ordinario, suelen presentarse un promedio de 400 iniciativas. Y aparte están las más de 90 minutas (iniciativas que han sido aprobadas en el Senado) que tienen que continuar su proceso legislativo en la Cámara de Diputados. 

En la práctica, la Cámara de Diputados suele aprobar en cada periodo ordinario  entre 140 y 180 dictámenes. Y este número incluye las minutas que alcanzaron el refrendo del pleno de San Lázaro. Algo así como una de cada tres iniciativas que recibe y turna a comisiones.

Sin buscarle más al reglamento de marras, el tener ahora que dictaminar todas las iniciativas que le lleguen en un plazo máximo de 45 días hábiles (algo así como 70 y tantos días  naturales), meterá a la Cámara de Diputados a un tren de actividades de frenesí, que es de dudarse, francamente, que la mayoría de los diputados estén dispuestos a atorarle.
 
Digo, la historia y es la historia. Y los hechos también.  A los diputados siempre les ha costado sobremanera dictaminar leyes.  Tanto como si las estuvieran pariendo. Simplemente no suelen ponerse de acuerdo fácilmente.

El de los 45 días es una fecha fatal. Si los legisladores no dictaminan en ese plazo, tienen una opción: solicitar una prórroga de otros 45 días. Y no más. Entonces, la iniciativa en cuestión podría quedar dictaminada aprobatoriamente en automático. 

Al periodo ordinario que en puerta está –inicia el primero de febrero y termina el 30 de abril próximos-, si le turnaran el promedio aquel de las 400 iniciativas (de hecho, han comenzado a acumularse a partir de que ya las presentan en la Comisión Permanente),  tendrían que aprobarlas antes del 30 de abril.

¿Cuántas por sesión, si sesiones ordinarias sólo hay dos por semana?  
Por eso los diputados andan movidos en estos días, queriendo revisar y hacerle modificaciones a ese reglamento que –aunque vigente a partir del primero de enero- todavía en los hechos no ha dejado sentir sus efectos.

Pero al número de las iniciativas turnadas por periodo, hay que agregarle también una cantidad casi igual de proposiciones con punto de acuerdo y excitativas (éstas, llamados de algunos legisladores a las comisiones a concluir algún proceso legislativo determinado)  que se acumulan a lo bestia.

Nomás hay que ver la desesperación de algunos legisladores, al final de los periodos, que no habiendo presentado una iniciativa tratan de pasar a la historia sin ni siquiera con la presentación de un punto de acuerdo. Pero muchas veces éstos, están formados en la fila del orden del día más allá del lugar 150. 

Es muy probable que a la hora de que aprobaron el reglamento, en diciembre pasado, la mayoría no calculó que este reglamento por fuerza los tendrá que llevar a la modificación de la Ley Orgánica del Congreso General, lo que ya es calado mayor, porque ahí tendrían que conciliar intereses con los senadores. Y es muy difícil que el PAN, PRI y PRD quieran, a la voz de ya, ampliar los periodos ordinarios de sesiones. Máxime cuando la República se ha adentrado por caminos de contienda política-electoral, rumbo a 2012.

Será más fácil desandar el reglamento en sus artículos con mayor sustancia y más controvertidos. Algo así como 4% de las reservas que anotadas tiene la nueva norma. Por ahí, al parecer, han estado tratando de irse desde ayer. El 10 de febrero, anunciaron, deberán los diputados encargados de analizar las observaciones al reglamento de marras presentar conclusiones.
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