México
Temas para reflexionar
La exacerbación de las pasiones ideológicas está en todas partes: en el ámbito familiar, en la prensa doctrinaria, en la televisión, en las conversaciones de café, en las reuniones sociales, en los parlamentos
Uno de los terrores contemporáneos que, como el pánico a la peste negra en la Edad Media, o a la tuberculosis en el siglo XIX, se ha apoderado de los espíritus occidentales desde el 11 de septiembre de 2001 cuando las torres gemelas del World Trade Center fueron destruidas, son evidentes: la bomba que volará en pedazos un avión, el metro o el tren en que viajamos; la operación que infectará de microbios homicidas el agua que bebemos o el aire que respiramos, o bien la interrupción de nuestro sueño con la cegadora explosión que nos convertirá en polvo radiactivo. Esta medrosidad que atormenta nuestras vidas es fruto de la venganza fundamentalista del islamismo contra los Estados Unidos y naciones cómplices que osaron profanar sus soberanías.
Cuando el presidente Bush invadió Iraq, declaró que la guerra había sido inspirada desde el cielo. Un siglo antes, el presidente William McKinley también había escuchado la voz del más allá: “Dios me dijo que no podemos dejar a los filipinos en manos de ellos mismos, porque no están capacitados para el autogobierno, y que nada podemos hacer, salvo hacernos cargo de ellos y educarlos y elevarlos y civilizarlos y cristianizarlos”. Así, las Filipinas fueron liberadas del peligro filipino, y de paso los Estados Unidos salvaron también a Cuba, Puerto Rico, Honduras, Colombia, Panamá, República Dominicana, Hawaii, Guam, Samoa, etc. El escritor estadounidense Mark Twain, autor de La aventuras de Tom Sawyer y dirigente de la Liga Antiimperialista, diseñó una nueva bandera de los Estados Unidos, que lucía calaveritas en lugar de estrellas. Todos opinaron que merecía la horca por traición a la patria, pero sus obras literarias lo defendieron.
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